Pensar en que, en el mes de diciembre, no va a hacer frío en el campo de La Vega de Cantimpalos es afrontar una utopía de dimensiones colosales. Pero imaginarse un día de la Inmaculada sin el Cross Nacional de Cantimpalos resulta prácticamente imposible, así que los amantes del atletismo tuvieron ayer una cita ineludible con el campo a través, gracias a la férrea voluntad del ayuntamiento cantimpalense, al apoyo de la Diputación Provincial, y a la colaboración imprescindible de las pequeñas y medianas empresas que siguen confiando en el deporte a la hora de darse a conocer.
Ayer, el sol que se abría paso entre las nubes hacía presagiar una jornada deportiva de lo más favorable. Sin embargo, un viento auténticamente helador comenzó a soplar cuando las primeras atletas, las de categoría cadete femenina, se dispusieron a afrontar los 2.500 metros de su carrera sobre un terreno duro, y sin barro.
Pero ese viento no quitó ni un ápice de intensidad a las carreras, ni una gota de ilusión a los más de 1.500 participantes que, sumadas todas las categorías, se presentaron en una competición que, para cumplir 41 años, se mostró ayer plena de salud. El circuito bien delimitado, los jueces pendientes de todo, los voluntarios procurando que no faltara de nada, y los representantes de las instituciones aguantando a pie quieto el frío, expresando así el apoyo a una prueba que merece tanto respeto a la hora de ayudar económicamente, como cariño cuando de la presencia física se trata.
Con puntualidad casi británica las diferentes carreras fueron cumpliendo sus respectivos horarios ante la mirada de cientos de espectadores que se desperdigaron por las diferentes zonas del circuito. Porque si hubo 1.500 atletas, al menos otros tantos acudieron al campo de La Vega para apoyarlos.
Llegó el momento de las pruebas para las categorías promesa y absoluta, en la que el elenco de atletas auguraba una competición de lo más reñida. Sin embargo, tanto la carrera masculina como la femenina estuvieron carentes de emoción, que no de espectacularidad, puesto que tanto Chema Martínez como Estela Navascués se empeñaron en demostrar su extraordinario momento de forma.
En la prueba de féminas, la navarra del equipo New Balance no tardó en ponerse en cabeza de la prueba, acompañada de la cacereña Teresa Urbina, y paulatinamente ambas fueron poniendo metros de por medio sobre un trío compuesto por Elena García, Sonia Bejarano y Jacqueline Martín. Pero a mitad de la prueba, Navascués amplió su zancada, y Urbina no pudo seguirla. Poco a poco la navarra fue ampliando su diferencia, entrando en la meta con tiempo más que de sobra para celebrar su victoria, y coger un poco de moral con su segundo triunfo consecutivo, ya que la semana anterior venció en Burlada, con lo que se le quita el sabor amargo que le dejó su décima plaza en el maratón de Valencia.
Y si en la categoría femenina la victoria de Estela Navascués fue difícilmente contestable, en la categoría masculina un huracán de Madrid no dejó una sombra de duda acerca de quién era el más fuerte de la carrera. Chema Martínez, tan buen atleta como contundente en sus declaraciones, había pasado una mala semana después de no haber sido seleccionado para el campeonato de Europa de cross, y decidió hacer una exhibición brutal sobre el duro trazado cantimpalense.
Desde el primer metro de la carrera, el madrileño tomó la delantera, e impuso un ritmo verdaderamente demoledor para sus oponentes. Con una zancada poderosa, el atleta del Nike se fue distanciando de sus rivales, y solamente Antonio Núñez fue capaz de seguir su estela, aunque no tardó en ceder, buscando su propio ritmo para no terminar desfondado ante el ritmo infernal de Chema Martínez, que entró en la meta con 20 segundos de ventaja sobre Núñez, y 25 sobre Jaime Villa, tercero en la meta. Al ganador del le dio tiempo a coger a sus hijos de la mano y cruzar junto a ellos la línea de meta. Su alegría por la victoria era lógica, como lógica fue la satisfacción de los organizadores de la carrera. El Cross de Cantimpalos tuvo un 41 cumpleaños muy feliz.
