La selección española volvió a tropezar ayer en un amistoso de enjundia, el día que Casillas igualó los 126 partidos de Zubizarreta, y como ocurrió ante Argentina y Portugal, salió derrotada del mágico Wembley frente a una defensiva Inglaterra que sacó petróleo de un gol de Frank Lampard (1-0).
Wembley, el modelo de estadio del fútbol moderno. Con la magia del antiguo en una atmósfera única. Donde un minuto de silencio pone los pelos de punta por el respeto de 87.000 aficionados. Donde los futbolistas son héroes que luchan hasta la extenuación. La ‘roja’ realizó un ejercicio de personalidad que acabó como castigo a instantes de relajación.
El sello del equipo. Un aspecto tan complicado de adquirir por cualquier selección. En el presente, España la muestra ante cualquier rival que se ponga enfrente. En el estadio que toque. En Wembley, al primer minuto ya se había instalado en el terreno rival.
Fabio Capello, buen conocedor y gran admirador del fútbol visitante, apostó por juntar la línea defensiva y la media. La última prioridad era atacar. Para eso ya engancharían algún contraataque. El objetivo era eliminar espacios.
Por eso, España dominó de inicio a fin pero sin peligro. Las diabluras de Iniesta o Silva no se culminaron por falta de acierto final. La imagen era de superioridad pero hasta el minuto 32 no llegó el primer disparo. Fue de Silva, con poco espacio, a las manos de Hart.
Enfrente, los locales respondieron al intento cuando Lampard armó con rapidez el disparo a las manos de Casillas. Inglaterra busca un estilo, fiel imagen de Capello. Sin Wayne Rooney, las pocas dosis de calidad las puso un futbolista de otra época, Scott Parker.
Un intento de Busquets, que remató alto a pase picado de Xabi Alonso, cerró el primer acto. Wembley se silenció por admiración y rugió con la velocidad del contragolpe inglés o en la queja cuando interpretó una exageración de Busquets tras una entrada.
Del Bosque se marcó del banquillo con desasosiego segundos antes de que el colegiado señalase el descanso. Su arenga pareció tener efecto, y Villa chutó nada más comenzar la reanudación, pero recibió un castigo inesperado. Una falta lateral la remató con potencia Bent, ganando la partida por alto a la defensa visitante, y el balón se estrelló en el poste para caer en bandeja a Lampard, que marcó a puerta vacía.
El gol desató algunos minutos de duda en la ‘roja’, y los cambios no ayudaron. El partido se embarulló por momentos hasta que España encontró el camino de llegar a la portería rival. Perdió orden pero ganó profundidad. Comenzaron a llegar ocasiones, la más clara para Villa, que tras recortar al portero en velocidad, escorado, chutó mal y estrelló el balón en el lateral de la red.
Del Bosque aumentó el peso ofensivo dando entrada a Fernando Torres, el único futbolista abucheado de los campeones del mundo. Su entrada hizo retrasar aún más metros a Inglaterra que acabó encerrada. Villa lanzó un zurdazo al palo, Mata no llegó por milímetros a un pase de Alonso y Cesc dio un recital sin premio.
Asistió a Piqué cuando tuvo que rematar, rozó el palo con un chut desde la frontal, pidió penalti tras recibir una entrada dentro del área e hizo intervenir a Hart con un zurdazo tras un bonito giro. Fue imposible. El combinado nacional no marcó y aprendió una lección. Nunca debe relajarse, ni afrontar con una motivación diferente un amistoso que un oficial.
