Cuando falta menos de un mes para el décimo aniversario de los ataques terroristas del 11-S, la alerta en Estados Unidos ante un posible atentado se ha encendido. Y mucho más después de que el pasado mes de abril las tropas norteamericanas acabasen con la vida del cabecilla de las ofensivas de 2001, Osama bin Laden. Ante una posible venganza de Al Qaeda, el presidente de EEUU, Barack Obama, aseguró ayer que su país no espera ninguna represalia de los radicales, aunque remarcó que el riesgo «está siempre ahí fuera».
El inquilino de la Casa Blanca indicó que las agencias de seguridad continúan vigilando y recogiendo información de Inteligencia para evitar cualquier atentado, si bien reconoció que a medida que se aproxima «un acontecimiento trascendental» como el aniversario del 11-S aumenta la preocupación, mientras las fuerzas de seguridad se mantienen en guardia.
El mandatario señaló que la mayor amenaza en estos momento es un potencial ataque llevado a cabo por un solo individuo como el ocurrido recientemente en Noruega, donde un ciudadano de 32 años puso un coche bomba en Oslo e inició un tiroteo en un campamento juvenil, con los que causó 93 muertos.
«Cuando hay una persona trastornada o que se deja llevar por la ideología del odio, puede hacer mucho daño y para las fuerzas de seguridad es más difícil seguir a esos individuos que actúan en solitario», señaló.
En cuanto a Al Qaeda, subrayó los progresos realizados durante los últimos dos años para debilitar a la red terrorista. «Son una organización mucho más débil, con muchas menos capacidades de las que tenían solo hace dos o tres años», aseguró.
Por su parte, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, apeló a la cooperación ciudadana para alertar de posibles atentados, si bien remarcó que «somos más fuertes que en 2001».
Plan económico
Por otro lado, Obama, que concluyó ayer una gira de tres días por tres Estados de la nación para recuperar su popularidad tras los problemas financieros, apostó por un nuevo plan económico en el que la creación de empleo y la reducción del déficit serán los principales pilares.
Consciente de que podría perder la reelección si los votantes no ven una mejora, el mandatario anunció que su proyecto será presentado en septiembre y que se centrará en la creación de puestos de trabajo, ya que en EEUU hay 14 millones de personas en paro.
También propondrá reducciones aún mayores en el gasto del Gobierno, después de la situación extrema que pasó el país ante los problemas para aumentar su deuda soberana.
