Acostumbrados a la acción y a trabajar alejados del protagonismo, los hombres y mujeres de la Guardia Civil no son especialmente propensos al reconocimiento público de su labor. Ayer, el cabo primero José Luis Resco, desde la silla de ruedas a la que la bala de un terrorista le condenó en 1991, mostraba en su rostro el rubor y la emoción de los servidores públicos al recibir el reconocimiento público de una ciudad a la que llegó desde su Ávila natal hace más de cuatro décadas; y que ayer le otorgó oficialmente el título de Hijo Adoptivo en atención a sus méritos en el ejercicio profesional de su labor.
En el antiguo salón de plenos de la Casa Consistorial, que hoy sirve como escenario para las grandes celebraciones municipales, compañeros, amigos y familiares de Resco se dieron cita para asistir al acto de entrega de esta distinción, en presencia de la corporación municipal. Entre el público, la subdelegada del Gobierno, Pilar Sanz quiso también mostrar su apoyo al homenajeado, acompañando al teniente coronel jefe de la comandancia de Segovia, Fernando Gil Llorente y al jefe del Grupo de Acción Rural (GAR) del Instituto Armado, Jesús Galloso, que encabezó una representación de agentes de la unidad en la que José Luis Resco servía en el momento de sufrir las heridas que dieron al traste con su carrera profesional.
En su intervención antes de entregar la distinción, la alcaldesa Clara Luquero destacó que la figura de José Luis Riesco “es la de esos personajes anónimos que dejan huella en la historia”, y señaló que su ejemplo “es el del valor de muchos hombres y mujeres que han entregado su vida en defensa de la libertad y la seguridad de los ciudadanos frente a la amenaza de la sinrazón terrorista”.
Según la alcaldesa, la acción de Riesco “dignifica esta profesión”, mientras aseguró que, con este homenaje, “Segovia quiere transmitir el cariño y el reconocimiento a las víctimas del terrorismo, y el afecto de toda la sociedad”.
La alcaldesa entregó a Riesco el pergamino acreditativo del titulo de hijo adoptivo, mientras que el agente, visiblemente emocionado, dirigió unas breves palabras para significar su agradecimiento por esta distinción, en la que destacó su vinculación personal y profesional a Segovia desde hace 43 años, cuando llegó desde Ávila de la mano de su padre, guardia civil, del que heredó su pasión por integrarse en esta institución.
Riesco explicó que el día que resultó herido, su vida “dio un brusco giro, y todo lo que me parecía normal se truncó para pasar a ser una carrera de obstáculos”, pero quiso subrayar el apoyo de su familia, amigos y compañeros para superar todas las dificultades. Aunque reconoció que no se tomó “demasiado bien lo de estar en una silla de ruedas” y que se sentía como “un león en una jaula, mis amigos y mi familia tiraron de mi y ahora la obligación de salir adelante se ha convertido en una necesidad”.
Una larga ovación dio por terminado el acto, aunque sus compañeros del GAR quisieron tener un último detalle después, entregándole un obsequio como recuerdo de su paso por esta unidad.
Así, el nombre de José Luis Resco se unió ayer al de otros ilustres hijos adoptivos como Antonio Machado (1985), Antonio Hernández Asiaín (1995), Ignacio Zuloaga (1995), Jaime Alpens Gasparini (1999), José Diviú (2002) y el Padre Gallarta, el último a quien se concedía este honor en el año 2007.
