El 14 de marzo de 1809 el Real Colegio de Artillería se veía obligado por la presión de la Guerra de la Independencia a trasladar sus instalaciones en el Alcázar de Segovia hasta el antiguo convento de San Laureano en Sevilla. La estancia del centro de enseñanza militar apenas duró nueve meses, ya que a finales de diciembre, las circunstancias de la contienda con el enemigo francés aconsejaron llevar a cabo un nuevo traslado, pero esta sede quedó en la memoria colectiva del arma y de la actual Academia de Artillería, que ayer llevó a cabo la conmemoración del segundo centenario del paso del Real Colegio por esta sede en un acto presidido por el general director de la Academia, Alfredo Sanz y Calabria.
El bonito patio central del convento fue el escenario elegido por el acto, que comenzó con la intervención del coronel Guillermo Frontela, exdirector del Centro de Historia y Cultura Militar, que realizó una glosa histórica de los acontecimientos que derivaron en el traslado del Real Colegio de Artillería a Sevilla y la elección del convento de San Laureano como ubicación provisional.
En su intervención, el coronel Frontela destacó la figura del teniente coronel Gil de Bernabé, entonces director del centro, que durante su estancia en Sevilla proyectó la creación de una Academia General Militar destinada a formar de urgencia a oficiales con estudiantes del batallón de voluntarios de honor de la Universidad de Toledo; precursora de las milicias universitarias.
Una vez finalizada la glosa tuvo lugar el descubrimiento de una placa en el ex-convento que conmemora el paso del Real Colegio por el convento, y posteriormente tomó la palabra el general Sanz y Calabria para recalcar la importancia de la creación del Real Colegio y lo que supuso en la formación de los «brillantes oficiales» que de Sevilla salieron para integrarse a las distintas unidades. Así, subrayó como dato curioso que los cadetes —con edades comprendidas entre los 12 y los 15 años— realizaron a pie el traslado desde Segovia y Sevilla y en este periodo continuaron dando clases.
El homenaje a los caídos y el himno de Artillería pusieron el colofón a un acto en el que participaron como invitados los herederos del teniente coronel Gil de Bernabé, representantes de la actual comunidad de propietarios de San Laureano y el vicepresidente de la Asociación Andaluza de Milicias Universitarias. La placa de cerámica dejará constancia del hito histórico del bicentenario conmemorado en la celebración de ayer.