Se dirigía hacia su finca Lo Álvaro, en Sevilla, cuando el vehículo en el que viajaba colisionó frontalmente con un camión, un impacto que le arrebató la vida. Juan Pedro Domecq falleció ayer con 69 años, dejando tras de sí uno de los mayores imperios de cría de reses bravas de España.
Admirado por toreros y ganaderos, su pérdida ha conmocionado al mundo taurino del que solo han salido palabras de admiración y de alabanza para el fallecido. Sus restos fueron trasladados a la capital onubense para practicarle la autopsia y su cuerpo será incinerado esta tarde en Valverde del Camino (Huelva), donde se le dirá una misa sobre las 17,00 horas.
«Juan Pedro es un ganadero histórico». Con estas palabras el torero Enrique Ponce definía a Juan Pedro Domecq Solís, fallecido en el accidente de tráfico. Según fuentes del 112, los hechos ocurrieron en el kilómetro 69,700 de la N-433, donde el todoterreno del ganadero chocó con un camión, cuyo ocupante resultó herido. Hasta el lugar se trasladaron agentes de la Guardia Civil y servicios sanitarios.
Tras el trágico suceso, toreros y ganaderos, quisieron transmitir su pesar y sus condolencias a los familiares del empresario.
El matador de toros Manuel Jesús El Cid destacó el legado de Domecq como «una de las ganaderías más importantes de todos los tiempos». Según el torero de Salteras, Juan Pedro era un hombre «de gran personalidad que sabía lo que quería y que peleó toda su vida por ello. De esos hombres desgraciadamente van quedando cada vez menos», añadió.
Nacido en Sevilla en 1942, Juan Pedro Domecq consiguió llevar la dehesa que le legó su padre en 1978 a lo más alto en el mundo taurino. En esa faceta, desarrolló sistemas de cría, saneamiento y alimentación en la búsqueda de un toro acorde con los gustos del público.
«Buscaba un toro bravo, pero también enclasado y con ritmo, que es lo verdaderamente difícil», apunta Enrique Ponce, para rematar: «Él lo logró y por eso su empresa dió tardes históricas a los toreros y a la afición en las plazas más importantes».
José Luis García-Palacios, de la ganadería Toros de Albarreal, aseguró que Juan Pedro representó a una generación de criadores que apostaron por «una expresión plástica, con unas características propias de la toreabilidad» a la par que destacó «la búsqueda de sus orígenes hasta conseguir el toro artista», como él lo llamaba.
Otro de los grandes del sector, Eduardo Miura, destacó la figura de Domecq como presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia desde 1984 hasta 1994 y afirmó que fue «el espejo para muchos profesionales que lo conocieron». «Era un hombre inquieto que siempre tenía ganas de innovar», subrayó.
Amante del patrimonio cultural y de la escritura -en su ensayo Del toro a la bravura, publicado en 2009, hizo una fina reflexión y un agudo análisis de la tauromaquia-, tambien destacó por ser un defensor de las ciencias. Así, aplicó la aportación de los adelantos genéticos en la mejora de la raza del toro de lidia, hasta culminar en los ejemplares que corren por los campos de su finca. Además, utilizó las nuevas tecnologías para rentabilizar la gestión de sus diversos negocios relacionados con el sector.
