El Palacio de Pedro I acogió las XX Jornadas Micólogicas que se vienen desarrollando anualmente por estas fechas en las que la recogida de setas es el motivo de tanta afluencia de visitantes en los pinares y montes. La muestra abrió sus puertas el pasado sábado ya con 130 especies diferentes aportadas por los miembros de la Sociedad Micológica de Cuéllar y muchos aficionados que quisieron acercarse y sumar más ejemplares a la selección allí expuesta.
Tomás Marcos, uno de los miembros de la Sociedad Micológica calificó este año como “raro”, por el clima que acompaña este otoño. Destacó que en esta edición todas las especies expuestas han sido de la zona —unos 20 o 25 kilómetros a la redonda—, no de la sierra, lo que dio buena cuenta de la amplísima variedad de setas y hongos existente. Fueron muchos los que se acercaron a realizar consultas y observar con atención los ejemplares, entre ellos colegas de otras sociedades micológicas y aficionados de Segovia, Navalmanzano y Valladolid. “Es un año extraño, comienzan a salir las setas ahora”, comentó Tomás Marcos refiriéndose a aquellas con “algo de porte”, ya que setas y hongos pequeños no se exponen porque al sacarlos de su hábitat se reducen, se desintegran.
La Sociedad Micológica de Cuéllar cuenta con pocos miembros, “siempre ha sido así”, según Tomás, pero el interés es creciente. Lo primero por lo que se suele acercar la gente es para conocer su comestibilidad, y después suele desaparecer su interés. No obstante, ellos continúan con su afición y sus ansias de seguir adquiriendo conocimientos, ya sea de nuevos hábitats, especies que florecen en las distintas zonas y sus características. Además, surgen aficiones paralelas, como la fotografía de las especies, y otras más importantes como la realización de estudios e investigaciones científicas; Faustino, uno de los miembros presentes en la exposición, es el promotor de los hongos hipógeos, que se buscan con perros, de los que contaron con varios ejemplares en estas jornadas. Son pocos miembros pero la afición por recolectar y comer setas está en auge, “es desmedida”, como afirmó Tomás. “Mucha gente nos dice que quiere que les enseñemos a coger boletus, la gente quiere aprender”. No obstante, “es difícil que se dejen enseñar” ; “explicas muchas cosas pero no se quedan con ellas, a veces se ponen en duda los conocimientos y hay que retirarse de la conversación porque no somos expertos, solo informamos”, señaló. Además, la media de edad de los integrantes de estas sociedades suele ser alta, sobrepasa los 50 años, “parece que los jóvenes no se animan a participar en otros sentidos que no sean recoger y comer”, indicó.
PRECAUCIÓN En esta línea, Tomás reconoció que hay pocos incidentes para “lo atrevida que es la gente”. Entre anécdotas y casos peculiares de ingesta de ejemplares no comestibles y sus consecuencias digestivas, hizo un llamamiento a la prudencia. “Cuanto más sabes, más ignoras; nosotros ya conocemos más ejemplares y dudamos mucho, y ante eso no arriesgamos”. “Hay que hacer un llamamiento a la prudencia desde los medios, hay que dejarse asesorar”. Reconoce que no son pocos los que se les acercan para hacerles consultas y reiteran su total disponibilidad para ello. “Debería darse más publicidad a los casos de intoxicación”, reiteró. Son muchos los afectados porque en ocasiones no basta con cocinar unas setas, no con ello se elimina su toxicidad y las mínimas consecuencias que pueden darse son indigestiones; se puede llegar incluso al trasplante de riñón o de hígado. En cualquier caso, lo recomendable es no abusar de su ingesta, porque en muchas ocasiones las setas y los hongos absorben metales pesados y otros componentes que pueden ser poco recomendables y provocar malestar.
En otra línea, Tomás destacó que el estado de los pinares este año es mejor, “el pinar está ganando, porque la temporada se está retrasando y no hay tanta afluencia de gente”. Pero le preocupa la manera en que estamos educando: “El año pasado, la temporada fue muy buena y el pinar estaba lleno de niños con sus cestas; este año ya no tanto, porque educamos de manera que parece que tenemos que ir al pinar a llevarnos algo”, comentó. Reconoce que es una cultura muy buena la de la recolección, el disfrute de la práctica y de la posterior cocina que conlleva, pero hay que aprender y enseñar también a educar en los recursos existentes. Sin embargo, ha habido una evolución en la conciencia respecto a dicha práctica; no se ven bolsas de plástico como hace años, todo el mundo lleva su cesta. Pero aún queda camino por recorrer, por ejemplo en cuestiones como aprender a dejar ejemplares en los pinares: “A veces nos llevamos nícalos o boletus en tal estado que lo que haremos en casa es tirarlos. Debemos dejarlos en su hábitat”. Lo mismo ocurre con ejemplares raros; Tomás anima a fotografiarlos, pero a dejarlos, porque las consecuencias no llegarán en un año o dos, llegarán en diez. “Está fenomenal la concienciación de transportar las setas debidamente, y hay que hacerlo no por evitar la multa de un agente forestal, sino por nuestra salud”, declaró.
Es aventurado predecir cómo se desarrollará esta temporada, tardía y extraña en la aparición de setas y hongos, pero desde la Sociedad Micológica auguran menos cantidad que el año pasado. Las lluvias no han sido tantas, lo caído solo ha calado unos centímetros y aunque las nieblas y sombras ayudan a su aparición, parece que las setas comestibles no serán tan abundantes. No obstante, aseguran que no son expertos y que la naturaleza puede sorprender “porque, afortunadamente, está para eso”.
La Sociedad Micológica se apunta otro éxito de convocatoria a sus jornadas y anima al público a realizar consultas que puedan resolver las dudas existentes.
