Algunos indicadores económicos, como los datos de desempleo y afiliación a la Seguridad Social, empiezan a marcar cierta mejoría en el estado de las familias. Sin embargo, aún queda mucho para eliminar los efectos de la crisis en la sociedad. Prueba de ello es que el Banco de Alimentos de Segovia repartiera, en el primer semestre del año, cien toneladas de comida entre 3.000 personas de toda la provincia.
Y todo ello gracias, sobre todo, a la colaboración privada, pues según explica el coordinador del Banco de Alimentos, Rufo Sanz, las instituciones aportan menos de 5.000 euros al año: 3.000 euros dona el Ayuntamiento de Segovia y 1.845, la Junta de Castilla y León. “Eso, si lo divides entre los 365 días, supone que cuando empezamos por la mañana tenemos 10 o 12 euros para trabajar, y si movemos tres o cuatro vehículos… ¿qué echamos, agua?”, comenta Sanz.
Afortunadamente, asegura, tanto la sociedad segoviana como las empresas de la ciudad y la provincia colaboran con el Banco de Alimentos, bien mediante aportaciones puntuales o bien organizando diversas actividades en favor del organismo, como las supermercados en la Operación Kilo, la Carrera Solidaria de Caja Rural o la Marcha Universal por la Paz que organiza el movimiento homónimo, solo por citar algunos ejemplos.
Asimismo, hay diversas asociaciones que trabajan codo con codo con el Banco de Alimentos y “gracias a ellas llegamos a las familias necesitadas”, destaca Sanz. En la capital, cuentan con el apoyo de Alimentos Sociales El Acueducto, San Vicente de Paúl y Despertar de España; y en la provincia, con Lampica, Los Argentinos de Segovia, diversas parroquias y algunos ayuntamientos… “y así hacemos llegar la ayuda a las familias”.
En cuanto al perfil de los demandantes, Sanz explica que sí ha variado con la crisis económica. Por un lado, ahora hay más familias españolas, “que han vivido regularmente, con su trabajo, a veces con dos sueldos, y de pronto se quedan en paro, con la hipoteca… Y cuando se ven así, eso hace que acudan a los asistentes sociales y busquen ayudas”. Y por el otro, hay menos familias extranjeras, ya que en este caso, al quedarse sin empleo, suelen volver a su país.
En cuanto a la elección de aquellas personas que sí son merecedoras de estas ayudas, Sanz explica que “el Banco de Alimentos entrega comida a las asociaciones que lo solicitan para su reparto. Pero hay unos controles importantes y mucho trabajo por parte de los asistentes sociales, que son los que ven las necesidades que tiene cada uno, porque hay familias que no solo precisan alimentos, sino que hay que ayudarlas con otros gastos, como la hipoteca o la luz”.
Asimismo, reconoce que aún hay personas a las que les avergüenza solicitar algún tipo de ayuda, a pesar de que su situación económica se haya deteriorado, para lo que Sanz recomienda llamar al teléfono habilitado por la Junta de Castilla y León para estos casos, 012, ya que a través de él informan de las asociaciones que hay y de a dónde acudir, según el caso.
Aún así, para Sanz lo importante sería que “no tuvieramos que seguir trabajando en el Banco de Alimentos, porque eso significaría que ya no hace falta”.
