La semilla sembrada por Angel Corella tras su fugaz paso por Segovia -donde intentó sin éxito fraguar una compañía estable de ballet en Castilla y León- parece haber germinado en localidades como Palazuelos de Eresma, donde la Escuela Municipal de Müsica y Danza mantiene viva la llama de la danza clásica en tiempos en los que esta disciplina no parece atravesar un buen momento. La escuela auspiciada por Nueva Danza Escuela de Baile intenta formar a sus alumnos con los mejores maestros, y ayer pudieron disfrutar de la experiencia y el ejemplo del bailarín italiano Luca Giaccio, que con apenas 24 años es ya uno de los talentos emergentes de la danza clásica internacional.
Con la ayuda de la profesora de Nueva Danza, Esther Valdenebro, Giaccio dedicó toda la mañana del domingo a los alumnos de la escuela. En las clases, las niñas que comienzan a formarse como bailarinas escuchaban atentamente cada una de las instrucciones y consejos de Giaccio, que sin olvidar el rigor que requiere una disciplina artística como el ballet, se acercaba a las alumnas con el cariño y la pedagogía del mejor maestro.
Pese a su juventud, Luca Giaccio ha pisado ya algunos de los mejores escenarios del mundo, que ha compartido con algunas de las más importantes figuras de la danza de todos los tiempos.
Con apenas 17 años, obtuvo el Premio Positano, que en 2006 le consagró como bailarín revelación tras entrar en la escuela del Ballet del Teatro San Carlo de Nápoles, donde comenzó su carrera de la mano de la bailarina y coreógrafa Anna Razzi. Desde entonces y hasta ahora, ha formado parte de prestigiosas compañías como el Ballet Nacional de Cuba, el de la Comunidad de Madrid o la compañía Corella Ballet Castilla y León, en las que trabajó con coreógrafos de la talla de Alicia Alonso, Víctor Ullate o el propio Ángel Corella.
A raiz de su paso por el ballet de Angel Corella, Giaccio conoció Segovia e inició una relación con la ciudad que ha dado ya numerosos frutos. Así, en 2012 bailó una obra de danza sacra clásica en el Santuario de La Fuencisla, donde interpretó un solo coreografiado por Gabriele Rossi sobre la música fúnebre de György Ligeti, siendo el primer bailarín en interpretar un trabajo de estas características. El bailarín italiano define Segovia como «mi segunda casa española», y asegura que el entorno «acogedor» de esta provincia «me transmite seguridad familiar y me hace sentir querido».
