Hay que salir de la zona de confort. Esta es la idea que se llevaron ayer los 21 alumnos de la segunda promoción del Grado de Ingeniería Informática de Servicios y Aplicaciones del campus de la Universidad de Valladolid en Segovia. Ya se han graduado y ahora tienen que desenvolverse en el mundo
real, atrás quedan las clases, la vida de estudiantes, la seguridad que da saber lo que hay que hacer.
Ahora comienza su nueva vida, en la que dejan de ser estudiantes para convertirse en adultos de pleno derecho, ahora comienzan los verdaderos retos, como les explicó su padrino, el profesor Miguel Ángel Martínez Prieto: “Reto es la palabra más importante de este discurso, porque os vais a encontrar con muchos de aquí en adelante. No tenéis derecho a conformaron con lo que tenéis hoy”.
Martínez Prieto también les animó a ponerse nuevas metas, sin miedo a nada, porque “los límites que tengáis en vuestra vida os los vais a poner vosotros mismos. Los retos dan miedo porque son desconocidos, pero en cuanto los conoces dejan de dar miedo”.
Y, sobre todo, les instó a ser perseverantes, a no caer en el desánimo tras las derrotas y a aprender de los errores. “La perserverancia debe aparecer en negrita en vuestro curriculum”, les aconsejó, a lo que añadió que, “a veces, perdiendo se gana”.
En los mismos términos se expresó el director en funciones de la Escuela de Ingeniería Informática, quien aseguró a los alumnos que “habéis realizado un gran esfuerzo por acabar la ingeniería, porque nadie os ha regalado nada (…) Por ello tendréis una recompensa en el mercado laboral, porque este grado es de los que mejores salidas tiene”.
También el coordinador del Grado de Ingeniería Informática de Servicios y Aplicaciones, Fernando Díaz, se refirió a su futuro, a su salida de esa zona de confort en la que han estado hasta ahora: “Os animo a salir de esta zona. Todo ello os hace crecer como personas, a parte de profesionalmente, y os animo a que abráis esa zona de aprendizaje para desarrollaros a todos los niveles: personal, profesional y social”.
Por su parte, Juan José Garcillán, vicerrector del campus ‘María Zambrano’, tuvo unas palabras para las familias, que tienen que hacer “esfuerzos, zozobras y renuncias” para que sus hijos puedan estudiar en la Universidad.
Emociones
Sin duda, la parte más emotiva del acto se vivió cuando los alumnos, uno por uno, fueron llamados al estrado para recibir la beca y el diploma que los acredita como graduados. Aplausos, silbidos de ánimo y palabras de cariño por parte de familias y amigos reinaban en el ágora del campus, mientras se proyectaban imágenes de cuando eran pequeños, mostrando así a los asistentes el cambio que habían dado estos jóvenes a lo largo de su vida.
Para finalizar, tomó la palabra Borja García Arnaz como representante de los alumnos, quien reconococió ante sus compañeros que era un día de muchas emociones, a veces contradictorias, pues se mezclaba la alegría por haber terminado ya sus estudios universitarios con la nostalgia por abandonar la Universidad, cerrando una etapa en la que han compartido muchas cosas.
García Arnanz explicó también que “cada uno de nosotros hemos dejado una huella”, una pequeña parte de ellos mismos que formará, por siempre, parte del campus ‘María Zambrano’.
Pero ahora toca salir al mundo, ir dejando huellas en otras partes, por caminos que, seguramente, les separen de los que han sido sus compañeros durante los últimos cuatro años. Aunque cada vez es más fácil mantener el contacto, a pesa de la distancia, gracias a las nuevas tecnologías. Y ellos de eso saben mucho.
