El ministro del Interior de Serbia, Nebojsa Stefanovic, anunció el envío de más policías a la frontera con Hungría para “evitar más ataques de la Policía húngara”, poco después de que refugiados y fuerzas de seguridad de enfrentaran.
Las autoridades serbias condenaron el uso de un cañón de agua y gases lacrimógenos por parte de Hungría contra los inmigrantes y refugiados agolpados en su frontera, argumentando que Budapest no tiene “derecho” a hacerlo. Las ONG confirmaron varios heridos en el lado serbio de la frontera, mientras que Hungría denunciara que una veintena de sus agentes sufrieron daños. Las autoridades húngaras también informaron de que dos niños “fueron lanzados por encima de la valla de seguridad” que separa ambos países.
Stefanovic anunció un refuerzo policial en la frontera. “El objetivo es evitar más ataques de la Policía húngara en nuestro territorio”, explicó el ministro, en un comunicado en el que también ha apuntado que intentarán alejar a los inmigrantes de la valla de una forma “humana” y “respetuosa”.
“Esto se está lanzando a través de la frontera, algo que ningún Estado tiene derecho a hacer y por ello protesto en los términos más firmes”, señaló el ministro encargado de las cuestiones migratorias, Aleksandar Vulin, en la frontera.
La directora de Respuesta de Crisis de Amnistía Internacional, Tirana Hassan, que se encuentra del lado serbio de la frontera en Horgos informó a través de Twitter de que vio “al menos tres niños heridos” por los gases lacrimógenos, uno de ellos con una herida en la cabeza. “Todos tienen menos de 10 años”, precisó. En un comunicado remitido por Amnistía antes de que se produjeran los incidentes en la frontera, Hassan explicó la situación de “indignación e incertidumbre” en la que se encontraban los refugiados “atrapados entre los dos países cuando su destino final se centra en el centro de Europa. La Unión Europea no ha cerrado de momento un acuerdo estable que acabe con la crisis migratoria.
