El salón de plenos de la Diputación acogió ayer la presentación de “Del Sinodal de Aguilafuente a El Adelantado”, un libro escrito por Fermín de los Reyes y Susana Vilches que recoge la historia de la imprenta en Segovia y su provincia desde la publicación del Sinodal de Aguilafuente, en 1472, hasta la primera década del siglo XX, cuando surgió el hoy diario decano de la prensa segoviana.
Esta historia está marcada por su primer capítulo, al ser Segovia la cuna de la imprenta en España, cuando por iniciativa del obispo Juan Arias Dávila, el impresor Juan Párix se instaló en la ciudad, produciendo como obra inicial el Sinodal de Aguilafuente.
La imprenta en Segovia no se caracterizó en sus primeros siglos por su continuidad. Así, el vacío dejado por Juan Párix no fue suplido por ningún otro taller hasta bien avanzado el siglo XVI. De esa centuria, De los Reyes destaca, por “sorprendente”, la imprenta de Lorenzo Soto, radicada en Martín Muñoz de las Posadas, que llegó a recibir encargos de diversos lugares de España. La ausencia de un centro cultural como una universidad o una fuerte sede episcopal explica que, durante mucho tiempo, nadie estableciera un taller estable en Segovia. Hasta 1777, año en que se instala su taller Antonio Espinosa de los Monteros, que llegó a ser referente en la ciudad, perviviendo hasta inicios del siglo XX.
En el siglo XIX proliferaron las imprentas en la ciudad. Además de la de Juan de Alba, un personaje que llama especialmente la atención a Vilches, funcionaron las de Baeza, Ondero, Rueda o Santiuste, por citar las principales. También en el siglo XIX echó a andar, en 1883, la Imprenta Provincial, propiedad de la Diputación, en la que habría de realizarse el Boletín Oficial de la Provincia, y que dio trabajo a un buen número de adolescentes procedentes del hospicio.
De los Reyes y Vilches, quienes para la redacción de este libro —editado por Calambur con el apoyo de la Diputación— han debido consultar miles de documentos en diferentes archivos, decidieron establecer el límite cronológico final de la obra en la primera década del siglo XX porque en ella culminó la vida del taller fundado por Espinosa de los Monteros y el inicio de El Adelantado. El periódico se imprimió en las prensas de Santiuste hasta 1905, cuando adquirió una imprenta en Salamanca. La gran proyección que alcanzó posteriormente supuso que llegará a anunciarse como “gran establecimiento tipográfico de El Adelantado”, en el que se publicaron en el siglo XX infinidad de libros, no solo de autores locales.