El Unami llevó la bipolaridad al extremo en su derrota el sábado ante el Universidad de Salamanca. Tras un primer cuarto nefasto y unos primeros 22 minutos en los que caían por 27 puntos de diferencia (44-17), las segovianas cambiaron el signo a la ecuación y estuvieron muy cerca de pelear el encuentro ante las cuartas clasificadas de la categoría. “Fue un partido de sensaciones encontradas. A las jugadoras el rival les pareció más superior de lo que realmente era, pero al final si el partido dura cinco minutos más las ganamos”, explicaba su técnico, Juan Carlos Manrique.
El Unami tan solo anotó una canasta en juego en el primer parcial. La sangría del rebote no dejaba de crecer, como su permisividad al contragolpe, y los cambios de defensa resultaban inútiles ante el hundimiento anímico de semejante marcador. “La sensación era que nos ganaban de 50. Bajamos los brazos y empezamos a mirar al suelo. Hay que intentar defender con orden, que no haga cada una la guerra por su cuenta”, subraya el preparador. REMONTADA INCOMPLETA Con todo perdido, el Unami se sorprendió a sí mismo con una zona 1-3-1 que maniató al rival con robos de balón. Las visitantes se pusieron a 10 puntos a falta de dos minutos, pero la fortaleza de la alero Rubinos, un portento físico, evitó que el Universidad de Salamanca completara el estrépito. “No tenemos a nadie con el cuerpo y envergadura para defenderla. Al final tuvimos opciones, pero Martina y Araújo no estuvieron finas”, analiza Manrique.
En su momento más exigente del calendario, el Unami recibirá el domingo al Maristas, segundo clasificado. “Son un equipo muy bueno, pero las chicas tienen que jugar pensando en ellas mismas y no estar pendientes de los buenas y guapas que son las otras. Hay que salir a comérselas”.