Es una tarea minuciosa y prolija. No en vano, se calcula que sus estanterías, depósitos y almacenes custodian unos 125.000 materiales, entre libros, documentos, planos o recursos audiovisuales. Es un trabajo cuidadoso y complejo, y, en algún caso, hasta casi artesanal, cuando se trata, por ejemplo, de adecentar un ejemplar de un libro dañado por el uso. El personal de la Biblioteca Pública, que gestiona la Junta de Castilla y León, trabaja estos días en reorganizar los fondos que conserva el inmueble de la Calle Real, a la espera de su traslado, a finales de septiembre o principios de octubre, al moderno nuevo edificio construido en el barrio de la Comunidad de Ciudad y Tierra, junto a la plaza de toros.
Retrasos en la compra e instalación del mobiliario y equipamiento del nuevo edificio, —por diversas circunstancias burocráticas y administrativas, ajenas a la propia Junta de Castilla y León— y, en consecuencia, la obligación de aplazar la mudanza, han hecho que el personal de la Biblioteca aproveche este “compás de espera” para trabajar en las tareas técnicas de adaptación de los fondos al nuevo espacio que ocuparán en un par de meses.
La Biblioteca sigue abierta al público, aunque desde el mes de junio permanece suspendido el servicio de préstamo. En las salas del histórico edificio de la Calle Real, el personal anticipa algunos de los trabajos técnicos que, en principio, se preveían desarrollar en su futura sede, una vez realizada la mudanza. Son tareas propiamente bibliotecarias, pero que requieren la presencia de todos los fondos, por lo que el cierre del servicio de préstamo se hacía necesario, según explica el director de la Biblioteca, Luis García Méndez.
Las tareas van desde cambiar las signaturas de libros, para su perfecta localización en el nuevo espacio, cambiar de posición las etiquetas de los DVDs —al modificar su colocación con el nuevo mobiliario— o desprenderse de aquellos materiales que son obsoletos o que carecen de interés y nunca han sido reclamados por los usuarios.
En muchos casos, hay que cambiar la ubicación de los fondos teniendo en cuenta el nuevo espacio. Eso significa, según explica García Méndez, modificar la signatura del libro, y, en consecuencia, imprimir nuevos tejuelos —trozo de tela o papel que se pega en el lomo de un libro para poner el rótulo u otro tipo de información—. Los cambios deben quedar reflejados en el catálogo o registro de copias. La tarea se hace libro por libro y afecta, fundamentalmente, los libros que pertenecen al servicio de préstamo, que suman casi 80.000.
Este trabajo técnico también debe aplicarse a los libros en depósito, los del fondo local antiguo, básicamente referidos a Segovia, aunque, por el momento, la prioridad son los de préstamo. García Méndez sostiene que la idea es avanzar en esta tarea para poder trasladar estos fondos cuanto antes al nuevo edificio, con el fin de que estén a disposición del público en cuanto la nueva Biblioteca abra sus puertas.
Otro trabajo técnico en el que está inmerso el personal de la Biblioteca se refiere a las 12.000 películas, documentales y audiolibros en formato DVD que custodia. Este material audiovisual está identificado como si se tratase de libros y se conserva en estanterías, con el tejuelo pegado en su lomo. Con el nuevo mobiliario, este material se colocará con la carátula de frente al público, por lo que es necesario cambiar el tejuelo de posición. Además, hay cajas de DVD que están muy deterioradas por su uso, que serán renovadas.
Y es que, según comenta el director, los trabajos se aprovechan también para la limpieza y adecentamiento de todos los fondos, en el propósito de que luzcan ante los usuarios con un aspecto renovado.
Expurgo
En la espera a la mudanza, el personal también desarrolla trabajos de expurgo. Se ha extraído un listado de aquellos libros que durante los últimos diez años nunca se han prestado o en un número ínfimo, fondos, en suma, que no han experimentado movimiento entre los usuarios de la Biblioteca. No obstante, esta tarea exige una evaluación previa, puesto que hay que analizar si son libros con datos obsoletos, que ya no aportan nada al lector, lo que supondría darlos de baja y retirarlos; o, sin embargo, pese a su escaso préstamo, son obras clásicas de autores consagrados, con buena bibliografía, y que, en lógica, es conveniente conservar, con lo que pasarían al fondo de depósito.
