El Papa Francisco lamentó que los abuelos sean “los grandes olvidados” de este tiempo y criticó que algunas personas sólo se acuerden de ellos cuando están en paro y por la pensión.
“Los abuelos son los grandes olvidados de este tiempo. Aquí en Italia un poco menos porque como no hay trabajo y ellos reciben la pensión, entonces se acuerdan de los abuelos, ¿no? ¡Acordémonos de los abuelos!”, pidió el Pontífice ante 1.500 jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil promovido por los Jesuitas, a los que recibió ayer en audiencia.
Francisco insistió en que los abuelos son “la memoria de la vida, de la fe, de los conflictos, fuente de sabiduría” y explicó que, cuando los abuelos viven en casa “ayudan mucho a resolver las tensiones, normales en las familias”.
Precisamente, preguntado por las tensiones y los conflictos, el Papa se preguntó “¿qué sería una sociedad, una familia o un grupo de amigos sin conflictos?” y respondió que serían “un cementerio” porque, a su juicio, donde hay tensiones, “hay vida”.
En todo caso, recordó que las tensiones se resuelven con el diálogo y pidió “no apegarse demasiado a una tensión porque eso hace mal”. También invitó a los jóvenes a tener “coraje” y a no parecer jubilados. “Un joven debe tener la virtud del coraje. Un joven sin coraje es un joven débil, viejo”, señaló Francisco.
Por otra parte, frente a conflictos sociales y culturales, el Papa indicó que también pueden hacer bien porque permiten entender “la diversidad”e instó a responder a los conflictos con “armonía” y “respeto a la identidad” del otro, sea de la religión que sea. En este sentido, recordó a los cristianos que son asesinados en Oriente Medio.
En cualquier caso, Francisco aseguró que en medio de los conflictos ve esperanza aunque lamentó que actualmente la sociedad está en guerra. “Me repito tanto diciendo que esta es la tercera guerra mundial”, exclamó.
Otro joven interpeló al Papa sobre cuál fue el mayor desafío al que se ha enfrentado durante su vida religiosa, a lo que respondió que “encontrar la paz en el Señor”, pues, según precisó, es necesario distinguir la paz de Jesús de la “falsa paz” que es la que viene “del diablo”, que puede dar “diversión, un poco de circo, felicidad un rato” pero “nunca la alegría de Jesús”.
