Desde que en 1970 tuviera lugar la última Misa del Gallo en la Catedral, las puertas del primer templo de la diócesis habían permanecido cerradas para esta celebración, que conmemora una de las solemnidades más importantes de la liturgia católica como es el nacimiento de Jesucristo. Este año, la Catedral volvió a acoger esta celebración, y la capilla del Santísimo Sacramento de la seo segoviana vio empequeñecido su aforo con las decenas de personas que asistieron a una celebración que recupera el primer templo de la diócesis para los cultos de la Pascua navideña.
Para dar mayor importancia a esta celebración, el obispo de Segovia, César Franco presidió la solemne Eucaristía, sumando a la efeméride de la recuperación de la Misa del Gallo el hecho de que fuera presidida por el obispo diocesano; circunstancia que no se producía en la diócesis desde 1916, siendo el obispo Gandásegui el último prelado en presidir y concelebrar esta solemnidad.
Pero estos detalles quedaron arrinconados a un lado durante la celebración, ya que monseñor Franco Martínez quiso centrar la celebración en el aspecto esencial de la llegada del Hijo del Hombre, y así lo dejó claro en una homilía de marcado carácter catequético.
El obispo aseguró que el nacimiento de Cristo supone que «Dios entra en la historia por el camino de la sencillez, la humildad y la pobreza», y ha elegido su encarnación humana en la persona de su jijo Jesucristo «para que nos enamoremos de este Dios, y conquistar nuestro amor para devolver amor».
El obispo aseguró que en la Nochebuena «La iglesia reconoce esta epifanía en la que Dios descubre al hombre su intimidad mostrando el rostro visible de su hijo», y animó a los cristianos a vivir la fiesta «con la conciencia de que ningún hombre en la tierra está solo, y que los sinsabores, las amarguras y la muerte están vencidas en Cristo». Además, pidió que los cristianos «reconozcamos con gratitud la misericordia de Dios en este Año Jubilar recién comenzado y pidamos al Señor que nuestros ojos nunca se aparten de Él».
Esta Santa Misa fue instaurada por el Papa Sixto III en el siglo V, y en la Catedral de Segovia ha sido celebrada con gran júbilo y concurrencia durante siglos, hasta que con la entrada del que fuera Obispo de Segovia, D. Antonio Palenzuela (1969-1995), se dejara de conmemorar en 1970. Las últimas misas del gallo fueron oficiadas por el Deán de la Catedral y, para encontrar la última Eucaristía presidida por un obispo en la noche del 24 de diciembre, hay que retroceder hasta 1916 con el Obispo Remigio Gandásegui y Gorrochátegui (1914-1920).
La Guerra Civil también influyó en la celebración de la Misa del Gallo y, en 1931, el Cabildo informó al Obispo Luciano Pérez Platero de la conveniencia de suprimirla por «las circunstancias de ese momento histórico».
