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Ayer y hoy de Santa Columba

por Redacción
6 de septiembre de 2015
Grabado del Azoguejo en el que se aprecia la iglesia románica

Grabado del Azoguejo en el que se aprecia la iglesia románica

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Con motivo de la Catorcena, que este año corresponde celebrar a Santa Columba, los sacerdotes de San Millán me encomendaron una conferencia sobre la desaparecida parroquia. Entendí que la petición era, más que por mis conocimientos sobre ese tema, por la vinculación de mi familia con Santa Columba. Y asumí el encargo precisamente por este último motivo, y con la intención de dedicar la ponencia a mi padre, Guillermo Herrero García, al que yo considero “el último feligrés de Santa Columba”, por sus denodados esfuerzos en mantener vivo el recuerdo de aquella iglesia y de la mártir.

Hablar de los orígenes de la iglesia de Santa Columba es como introducirse en una espesa niebla, más propicia a relatos literarios que a certidumbres. Porque, mal que nos pese a los historiadores, de aquellos lejanos siglos de la Alta Edad Media apenas quedan documentos. Se ha escrito mucho al respecto, sí, pero casi siempre elucubrando, sin datos contrastados.

Cuando a finales del siglo XI el rey Alfonso VI inició la repoblación de Segovia existían, según defiende Antonio Ruiz, diversos núcleos de población diseminados por los valles del Eresma y Clamores y una roca alta cuyo extremo occidental se hallaba fortificado. Los recién llegados se fueron agrupando en torno a esos pequeños grupos de población ya existentes, que crecieron hasta formar la trama que hoy es la ciudad de Segovia.

En el solar de Santa Columba se construyó, previsiblemente entre finales del siglo XI y mediados del siglo XII —tal vez sobre un lugar de culto anterior—, una iglesia de estilo románico, a cuyos pies se encontraba el Azoguejo, convertido ya desde entonces en un eje de la actividad comercial de Segovia.

Santa Columba no entra en la Historia, entendiendo por Historia el periodo a partir del cual hay documentos escritos, hasta mediados del siglo XIII, en concreto hasta 1247. De ese año se conserva un documento que cita, por primera vez, Santa Columba. Desde entonces, la iglesia ocupó un papel preeminente en la vida de la ciudad. Acogió durante un tiempo las audiencias de la Chancillería Real —antiguamente, Tribunal Superior de Justicia—, y sus riquezas aumentaron, en buena medida gracias al papel desempeñado por uno de los hijos preclaros de la parroquia, Juan López de Segovia, quien a mediados del siglo XV logró que su amigo el papa Inocencio VII asignara a Santa Columba copiosas rentas, procedentes de cinco diócesis españolas.

Edad Moderna ¿Qué ambiente se respiraba en la parroquia de Santa Columba en el siglo XVI? Don Quijote lo revela. En su locura, El Quijote pidió ser armado caballero a un ventero, de vida picaresca, un oficio que aprendió, entre otras escuelas, en el Azoguejo de Segovia. Allí y en otros lugares de malvivir, escribe Cervantes, este ventero “había ejercitado la ligereza de sus pies y la sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, deshaciendo algunas doncellas, engañando a algunos pupilos y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay en toda España”. Manuel González Herrero definía aquel Azoguejo contemporáneo al personaje de Cervantes como “Universidad donde toda bellaqueril disciplina tenía su catedral”.

Pero no todo era pecado en aquella Santa Columba del siglo XVI. La noche del 18 de marzo de 1574 llegó a un mesón de la parroquia, el Mesón del Aceite, Santa Teresa, dispuesta a fundar en Segovia.

Entre todos los feligreses de Santa Columba de aquel siglo XVI es obligado citar al poeta Alonso de Ledesma, el más reputado escritor segoviano del Siglo de Oro, alabado por el propio Cervantes o Lope de Vega.

Al comenzar el siglo XVII, y a pesar de la sangría que supuso la peste de 1598, Santa Columba era el segundo barrio de los arrabales en población, únicamente superado por Santa Eulalia. En 1611 tenía más vecinos que Santo Tomás, San Millán o San Lorenzo.

El siglo XIX arranca en Santa Columba con un triste acontecimiento. En septiembre de 1806, un coche de la Embajada de Suecia pretende cruzar el Acueducto, al que estaban adosadas casas, pero la estrechez del paso hace que el vehículo choque y vuelque. A causa del golpe, la embajadora abortó el hijo que esperaba, provocando un conflicto diplomático que España resolvió de raíz, ya que ese mismo año se demolieron aquellas casas.

1818 es una fecha crucial para Santa Columba. Ese año se hunde la torre y, poco después, el resto de la iglesia queda en ruinas. Los feligreses, de acuerdo a Santos San Cristóbal, hicieron “esfuerzos titánicos” por levantar allí mismo otro templo. De hecho, se redactó un proyecto, por parte de Joaquín García Rojo, que fue aprobado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Las obras del nuevo templo, de estilo neoclásico, comenzaron en los años 20, bajo dirección del arquitecto Víctor Villanueva. Los muros exteriores surgieron con rapidez pero… el decreto gubernamental del 17 de mayo de 1843, suprimiendo parroquias, afectó a Santa Columba, que pasó a depender de San Millán. Y el edificio inconcluso quedó así, durante casi 90 años…

Con las leyes desamortizadoras, el monumento pasó a manos privadas. Quedaba por saber qué uso darlo. En 1860, un particular, Norberto Martínez, se dirigió al Ayuntamiento para proponer su conversión en mercado público. Aquella voz tuvo eco, pues la corporación encargó un proyecto en ese sentido, pero nunca vio la luz.

Santa Columba entra en el siglo XX en un lamentable estado. Un grupo de vecinos escribió una carta al Ayuntamiento quejándose de que “en el atrio de lo que fue iglesia de Santa Columba existe un establo que aloja vacas destinadas a la industria lechera”. Finalmente, el Ayuntamiento decide tomar cartas en el asunto y, en 1917, adquiere los restos de Santa Columba, por 23.500 pesetas, pagaderas en cuatro ejercicios. Pero la pregunta de qué hacer con Santa Columba persistía. La idea de construir un mercado tomó cuerpo. Se encargó a Francisco Cabello y Dodero, en 1921, los planos de un mercado modernista. Sin embargo, éste proyecto tampoco se materializó…

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