Con puntualidad germánica comenzó el cortejo fúnebre del Entierro de la Sardina del Carnaval Segoviano, punto y final a la fiesta que precede a la Cuaresma, aunque todavía habrá motivo para la diversión el próximo día 22, Domingo de Piñata. Las ocho comparsas oficiales derrocharon buen humor, cada una con sus sardinas, antes de proceder a la quema de todas ellas en una gran hoguera custodiada por los bomberos municipales, en la Plaza Mayor.
El desfile partió de la zona de la plaza de San Martín encabezado por la Escuela Municipal de Dulzaina, en este caso con una quincena de instrumentos de viento, junto a dos tamboriles y un bombo que interpretaron música solemne.
Entre otras escenificaciones sardineras, la comparsa Los Semaforitos portaba una lata de sardinas, mientras que Los Chirigoteros, que este año han querido homenajear a los cuentos infantiles con sus disfraces, la llevaban dentro de la urna de cristal de Blancanieves. Afortunadamente la princesa del cuento despertó justo antes de llegar a la hoguera y se libró así de las llamas gracias al beso mágico de un príncipe. Se trataba de una sardina de grandes dimensiones, con aspecto de besugo.
La comparsa ‘Para que tú lo bailes’, por su parte, optó por el clásico ataúd negro, con corona de flores, en el que brillaba una plateada sardina.
El Tudel apareció con una sardina-estandarte que, a su vez, llevaba una cinta en la que podía leerse “el can timpalos’.
Pero quizá la mas sorprendente fue la sardina de la comparsa más veterana del Carnaval de Segovia, La Semifusa, ya que, además de ir acompañada de un toro, ella misma era un híbrido entre toro y sardina, con cuernos y testículos de gran tamaño. Se da la circunstancia de que este año la formación carnavalera ha elegido una temática taurina. De hecho, las ‘manolas’ se mostraron llorosas y habían incorporado un velo de luto a su atuendo, aunque la alegre música enlatada que les acompañaba desmentía el duelo.
Los integrantes de la comparsa de Apadefim demostraron que el Carnaval puede ser cosa de todos y la han convertido en la más numerosa de las agrupaciones oficiales, llenando de pingüinos las calles de la ciudad en un febrero especialmente frío. Mucho mérito tenía su sardina, retratada con alegres colores en un cuadro.
Tras la quema de las sardinas llegó la impresionante Batalla de Don Carnal y Doña Cuaresma —basada en textos del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita—, un año más a cargo del Taller Municipal de Teatro y del grupo Os Batucones. Percusión, ritmo, fuego, danza y teatro: Una Cuaresma de luto riguroso y tez blanca como la muerte en contrapunto a un Carnal travestido, con boa de plumas y corpiño, descarado y sandunguero. La historia, ya se sabe, acaba mal: “Allí quedó encerrado don Carnal, muy cuitoso; / estaba, del combate, muy flaco y congojoso, / doliente, malherido, destrozado y lloroso; /no le visita nadie cristiano religioso” (del libro del Buen Amor).