Estar vinculado a Valtiendas obliga a hablar bien de sus vinos y de su ganadería. Pero si además se ha nacido en este pueblo hace casi ocho décadas supone haber tenido muchas ocasiones para alabar todas sus excelencias gastronómicas.
Esto es lo que ha hecho Mariano Fernández Peña, reconocido empresario en el mundo de la hostelería en Madrid pero que nunca ha dejado de visitar su pueblo natal.
Ha recorrido numerosos países europeos y asiáticos; y ha trabajado en distintas naciones de Sudamérica. Hasta ellos ha llevado siempre que ha podido el nombre de los vinos y el cordero de Valtiendas. Su padre le llevaba a vender vino por Segovia, Burgos y el norte de Madrid. “Por eso tengo un doble cariño a mi tierra”, confiesa este segoviano cuya mujer y sus hijos también han nacido en el mismo municipio.
A pesar de estar al frente de dos activos negocios hosteleros, un restaurante situado junto a la autopista AP-6 —la principal arteria de comunicación entre Segovia y Madrid—; y un hotel de 68 habitaciones; Mariano Fernández siempre ha buscado tiempo para poder disfrutar de su pueblo.
Su padre, Modesto Fernández, fue quien se embarcó en el sector al adquirir la Posada Del Peine, la más antigua de España, situada en la calle Postas. “Fue allí donde me entró el gusanillo de la hostelería”, recuerda. De allí surgió luego el hotel Los Condes, en la calle Los Libreros; y posteriormente, con la intuición de un visionero, puso en marcha, hace 14 años el asador del mismo nombre tras adquirir un solar junto a la carretera de La Coruña, “es una de las vías más importantes de España, tanto en cuanto a circulación de vehículos como a actividad económica”, asegura.
Como empresario de raza se siente orgulloso de que el espíritu de servicio a los demás adquirido de su padre, lo haya traspasado a sus hijos y nietos, quienes se encuentran al frente de estos negocios, si bien él asegura que todavía no se ha jubilado.
En sus visitas a Norteamérica, Asia y tras trabajar en la construcción en Madrid y luego en Uruguay o Argentina, siempre ha estado convencido de que algo tan exquisito como el cordero segoviano no se encuentra en ningún lado. A sus mejores amigos no los ha agasajado en los salones de sus establecimientos madrileños, sino en su pequeña bodega de Valtiendas, “construida a pico y pala”. “Políticos, empresarios, profesionales de distintas ramas… hemos sido felices allí”. En sus recorridos por los cinco continentes “a veces han llegado a considerar un sacrilegio comerse a un animal con 25 días de vida, pero es algo único de nuestra cultura”, afirma con firmeza este embajador vocacional.
