Chari, viuda de Moncho Alpuente, realizó un ejercicio de humorística sinceridad al agradecer la presencia de más de medio millar de personas en el homenaje que la Asociación de la Prensa de Segovia y la Universidad de Valladolid dedicaron ayer al escritor, músico y periodista fallecido hace unas pocas semanas. La que fuera su compañera sentimental durante décadas reconoció entre las risas del público que a Moncho «le hubiera gustado tener tantas personas como hoy en sus conciertos», aludiendo a su faceta como cantante que le llevó a liderar bandas míticas como Moncho Alpuente Experience o Las Madres del Cordero. El hecho cierto es que la convocatoria atrajo al ágora del campus María Zambrano a cerca de medio millar de personas que rieron y se emocionaron con el recuerdo de Alpuente en un acto que tuvo como maestros de ceremonias de excepción a El Gran Wyoming y al actor y actual presidente de la Academia del Cine Español, Antonio Resines.
Como no podía ser de otra manera, el humor fue el nexo de unión de todas las intervenciones que se sucedieron sobre el pequeño escenario montado para el homenaje. Las canciones escritas por Moncho Alpuente cobraron vida en la voz de Luisa Pérez acompañadas por el acordeón de Cuco Pérez y la guitarra de Gaspar Payá, que le acompañaron en algunas de sus correrías musicales. También hubo tiempo para los títeres con la representación de «El milagro de Pozuelo», puesta en escena por Julio Michel, titiritero y director de Titirimundi, que también se sumó a la alegría de su recuerdo.
Antonio Madrigal, humorista y colaborador de EL ADELANTADO, junto a Pepe Orcajo y Quico Serrano glosaron la última aventura de Alpuente en Segovia como muñidor de la revista humorística «El Cochinillo Feroz», que en sus siete años de existencia en la ciudad ofreció la posibilidad de disfrutar de algunos de los mejores humoristas gráficos españoles… y también algún que otro quebradero de cabeza a políticos y prebostes locales. Por su parte, Juan Margallo y Petra Martínez, fundadores del mítico grupo teatral Tábano -en el que Moncho Alpuente colaboró con la polémica y recordada obra «Castañuela 70″- relataron ante el nutrido auditorio las vicisitudes de la cultura en los últimos estertores del franquismo.
El colofón al homenaje fue la interpretación de la canción «El hombre del 600», popularizada por «Desde Santurce a Bilbao Blues Band», y que el público coreó para poner fin a un homenaje que finalmente se transformó en una reunión de amigos en torno a la figura de un hombre que en las fotos salía «con pinta de maricón», tal y como aseguró su amigo Wyoming.
