Para complicar la ya de por sí explosiva situación que vive Afganistán, un país controlado de facto por los terroristas talibanes, que campan a sus anchas por un territorio cuyas fronteras son del todo difusas y permeables, a los desmanes de las tropas internacionales, cuyos ataques aéreos causan demasiados daños colaterales en forma de vidas civiles, se sumó ayer un episodio si cabe aún más escalofriante. Según explicaron las propias autoridades locales, la Policía afgana mató a siete niños, a los que, presuntamente, confundió con insurgentes.
Al parecer, los chiquillos estaban recogiendo leña en la localidad fronteriza de Spin Boldak, en la sureña provincia de Kandahar, limítrofe con Pakistán, cuando los agentes, que fueron inmediatamente detenidos, abrieron fuego
Si alguna excusa pueden alegar los asesinos es que dicho pueblo es desde hace ya tiempo uno de los principales puntos de entrada de guerrilleros paquistaníes, quienes se infiltran en Afganistán para llevar a cabo ataques contra el Gobierno y las fuerzas internacionales que ocupan el país asiático.
Las siete víctimas de ayer se suman a los aproximadamente 2.400 civiles que solo el año pasado murieron en ataques perpetrados tanto por los talibanes como por las operaciones de las fuerzas afganas y de la OTAN -unos 115.000 soldados-, siempre según las estimaciones de Naciones Unidas, que habitualmente suelen ser conservadoras.
Poco después del desgraciado incidente, y quizá precisamente para tratar de compensar las airadas reacciones que sin duda ha de provocar, la coalición internacional informó de que el Ejército pakistaní llevó a cabo la presunta captura de un «bastión» importante de la insurgencia talibán, situado en una región tribal fronteriza con Afganistán.
Según un comunicado, las fuerzas gubernamentales habrían «limpiado» la zona de Damadola, considerada el centro de operaciones principal de los integristas en la región tribal de Bajaur.
«En la ofensiva, se han destruido escondites y se ha infligido un gran número de bajas en el bando de los insurgentes», agregaba la nota sin mencionar víctimas civiles.
Cabe recordar que el cuerpo paramilitar fronterizo había iniciado a finales del pasado enero una «operación conjunta» con milicias tribales, que, siempre según las informaciones oficiales, se ha saldado en 11 días con la muerte de al menos 60 integristas y siete militares locales. Según diversos analistas, el Ejército había lanzado en verano de 2008 una gran operación antitalibán en Bajaur, pero en los últimos meses se ha producido un rebrote de la insurgencia, tal y como pone de manifiesto el ataque suicida perpetrado junto a un mercado de Khar, la capital regional, que causó la muerte a, al menos, 16 ciudadanos.
