La democracia es una doctrina política cuyo ejercicio requiere un largo aprendizaje. Lo mismo ocurre con la igualdad entre el hombre y la mujer. Ayer, el Ayuntamiento de Mozoncillo fue testigo, como cada año por San Antón, de la lectura de la lista de adjudicatarios de los fetosines, un viejo sistema de aprovechamiento por parte de los vecinos de un pueblo de sus tierras comunales. No era una lectura similar a la de los años precedentes, no. Por primera vez en la historia de esta ancestral institución, las mujeres se podían sentar con idénticos derechos que los hombres. Sin embargo, brillaron por su ausencia. Entre cerca de un centenar de hombres, en su mayoría de avanzada edad, únicamente había dos mujeres. Una, concejala del Ayuntamiento. Otra, periodista, en ejercicio de su profesión.
“Los fetosines han sido siempre cosa de hombres, y va a costar que las mujeres acudan a esta lectura”, declaraba el alcalde, Ángel Fernández (PSOE), impulsor de una nueva ordenanza reguladora, aprobada en 2009, que equiparaba los derechos de hombres y mujeres, en cumplimiento del artículo 14 de la Constitución que proclama que todos los españoles son iguales ante la ley, sin distinción por razón de nacimiento, raza, sexo, religión u otras circunstancias.
La lectura se desarrolló con total normalidad. Se trataba de repartir las tierras de ‘el Cuadrón’, que suman 660 hectáreas, divididas en 110 mediasuertes de seis hectáreas. Cada mediasuerte se compone de dos parcelas, separadas por el río Pirón. Los 110 primeros de la lista —los de mayor edad de Mozoncillo— podrán disfrutar de su mediasuerte a partir del 30 de agosto, durante un año. En esta ocasión, encabezaba la lista una mujer, Aurea Merino, quedando en el puesto número 110 el más joven, Eusebio Romano, de 76 años.
El origen de los fetosines se pierde en la noche de los tiempos. Según cuentan los mayores de Mozoncillo, “viene de una concesión que hizo una marquesa o duquesa al común de vecinos”. La donación, añaden, fue realizada con el encargo de que el dominio útil de las tierras estuviera en manos de los más viejos de la localidad, que se suponía eran los más necesitados. Todavía hoy, el Ayuntamiento es únicamente el administrador de las tierras de ‘el Cuadrón’. “Su verdadero titular es el pueblo de Mozoncillo”, explicaba ayer el secretario del Ayuntamiento.
En cualquier caso, hay quien piensa que la institución ha quedado “desnaturalizada”, al haber perdido su sentido primigenio. Ahora, todos los que tienen derecho a disfrutar de un fetosín son jubilados, con pensión. Hace unos años, el Ayuntamiento solicitó un informe al respecto a la oficina de Asistencia y Asesoramiento a Municipios (Diputación Provincial), recibiendo como contestación un texto donde se señalaba que, en base al derecho consuetudinario, los adjudicatarios de los fetosines estaban en la obligación de labrar, ellos mismos, la tierra. Tal dictamen resulta, hoy en día, inaplicable, en primer lugar por la alta edad de los adjudicatarios. Así, todo el mundo da por hecho que los 110 beneficiarios acabarán subarrendando sus fetosines.
Ayer nadie levantó la voz contra la nueva ordenanza reguladora de los fetosines. Hubo quien, eso sí, con la boca pequeña hizo alguna crítica, aunque, consciente de que su opinión no era ‘políticamente correcta’, huyó de hacer declaraciones. “No han venido mujeres, es cierto, pero ya pueden ejercer sus derechos, y eso es importante”, sentenció el alcalde.