El comité del Nobel de la Paz premió ayer a un exponente de la lucha por los Derechos Humanos en China, el disidente Liu Xiaobo, desoyendo las amenazas de Pekín sobre un posible empeoramiento de las relaciones entre este país asiático y Noruega. Liu, uno de los favoritos en todas las quinielas, fue galardonado «por su lucha larga y no violenta por los Derechos Humanos Fundamentales en su nación de origen». Durante las dos últimas décadas, este escritor de 54 años se ha convertido en «el símbolo más destacado» y uno de los «más sólidos portavoces» de la pugna llevada a cabo «por muchos chinos, tanto en su propio estado como en el exterior».
El secretario de la institución nórdica, Thorbjorn Jagland, señaló al leer el fallo que Liu participó en las protestas de Tianammen en 1989 y que fue uno de los autores del manifiesto Carta 08, que un año más tarde le supuso una condena de 11 años entre rejas y dos más de privación de derechos civiles por incitar a la subversión.
Liu Xiaobo mantiene que esa sentencia viola la Constitución del país comunista y los derechos fundamentales, porque el manifiesto reclamaba elementos como la libertad de prensa y de expresión o el multipartidismo, incluidos en la propia Ley Fundamental, recordó el Comité Nobel.
Las presiones de Pekín a Noruega han sido constantes en los últimos años, pero cobraron actualidad cuando hace días, el director del Instituto Nobel, Geir Lundestad, reveló que la viceministra china de Asuntos Exteriores, Fu Ying, había advertido en una reciente visita a Oslo de los efectos negativos de premiar a Liu.
En la rueda de prensa posterior al anuncio del premio, Jagland recordó que el mandato del Comité no es atender a las relaciones entre ambos estados, sino al testamento de Nobel, y que tiene una responsabilidad «para decir lo que otros no pueden o no quieren».
«Cuando un hombre es condenado a 11 años de prisión por expresar sus opiniones y difundirlas por internet, para el Comité es imposible no darle el premio», manifestó. A diferencia de la controversia de hace un año con la elección del presidente estadounidense Barack Obama, todos los partidos noruegos con representación parlamentaria elogiaron esta vez la decisión de premiar a Liu. Aunque el Comité Nobel asume que el premiado no podrá viajar a Oslo a recoger el galardón el 10 de diciembre, aseguró que mantendrá el programa habitual.
Con la entrega de este galardón, las miradas se situaron sobre la reacción de Pekín, que ya calificó de «obscenidad» la concesión del galardón a Xiaobo. «El Premio Nobel de la Paz debería ser otorgado a quienes trabajan para promover la armonía étnica, la amistad internacional, el desarme, y los que realizan reuniones en favor de la paz. Esos eran los deseos de Alfred Nobel», afirmó el portavoz de la cancillería china, Ma Zhaoxu.
«Liu fue hallado culpable de saltarse la legislación china y condenado a prisión por organismos judiciales», sostuvo Zhaoxu. «Sus acciones son contrarias a los objetivos del galardón. Al atribuir el galardón a esta persona, el Comité Nobel ha violado y blasfemado ese premio» añadió, para concluir que esta decisión afectará a las relaciones entre China y Noruega.
Por su parte, la poetisa Liu Xia, que se casó con el galardonado en 1996, quiso expresar su sincera gratitud al «ex presidente checo Václav Havel, al Dalai Lama, al arzobispo Desmond Tutu y a otros que tan valientemente nominaron a Liu». En un comunicado, la esposa de Liu, sometida a vigilancia domiciliaria y la única que puede visitarle una vez al mes, confesó: «Espero que la comunidad internacional aproveche esta oportunidad para presionar al Gobierno chino por la liberación de mi marido. Sé que va a decir que no lo merecía», aseguró Xia, quien espera impaciente su encuentro con el activista para comunicarle la noticia.
