Cuenta la historia que los gabarreros, eran las personas acudían a los pinares de la localidad para bajar los troncos de los pinos cortados por los hacheros. El medio de transporte que utilizaban para mover estos troncos eran carros tirados por bueyes, caballos y mulas. La economía de la localidad se basaba, en gran medida, en la producción de madera proveniente de los montes de la falda norte de la sierra, que durante siglos ha surtido de madera para la fabricación de muebles, construcción de edificios y leña, dando trabajo y sustento a gran parte de la población.
En la actualidad este oficio ha evolucionado y aunque siguen existiendo zonas en las que no se puede prescindir de las caballerías, se cuenta con maquinarias que facilitan la labor de los trabajos del pinar. Pero El Espinar no quiere perder una de sus tradiciones más emblemáticas, y por ello mantiene vigente esta tradición, convertida en muchas ocasiones en exhibición.
Ayer, en una nueva demostración del arraigo que el Open Castilla y León tiene en El Espinar, la calle paralela el village del torneo acogió una nueva edición de la Fiesta de Los Gabarreros, en la que los espectadores que optaron por acercarse a las instalaciones del Open tuvieron la oportunidad de presenciar las habilidades de cinco cortadores del club de los Gabarreros y Juan Rodrigo, campeón de Euskadi, con un tronco de 80 centímetros de diámetro. Los gabarreros realizaron cuatro modalidades distintas de corte, entre los que destacaron el corte horizontal, y el espectacular corte vertical, que consiste en ir cortando un tronco de arriba hacia abajo con ambas manos, al tiempo que el cortador, conocido en El Espinar por ‘Mene’ mantiene el equilibrio, simulando el corte de los pinos en el pinar,
