La Oficina de Empleo (la del antiguo INEM) está casi escondida, algo lejos del centro histórico de Segovia, en la calle General Santiago. Pero es un lugar concurrido donde todas las mañanas acuden decenas de personas; algunas hasta con ilusión, otras llevan la desesperanza pintada en la mirada.
En este frío edificio administrativo no vale el “mal de muchos…” Para quienes tenemos trabajo es difícil ponerse en la piel de un desempleado, sobre todo si, como en el caso de Jose, un segoviano parado de larga duración, ves que el tiempo corre en contra, se agota la prestación y hay que recurrir a una ayuda de 426 euros que da “para una habitación” y poco más.
“Menos mal que no”, contesta cuando pregunto si tiene familia. Jose trabajaba en la construcción pero ahora dice que no hay tajo y desde la Oficina de Empleo no le han llamado ni una sola vez con una oferta. “El caso es que hay tres o cuatro obras en la ciudad pero son subcontratas y no sé que pasa que no se ve movimiento”, dice.
Ayuda
Irene es colombiana pero está casada con un extremeño y, junto a los tres hijos la familia reside en Segovia desde hace años. En este momento los dos están en el paro y ella agotó la prestación en enero, por lo que ayer pasó más de dos horas en la Oficina de Empleo para solicitar la ayuda de 426 euros mensuales del Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción (PRODI), coincidiendo con la entrada en vigor de la prórroga del mismo por seis meses aprobada por el Gobierno en el último consejo de ministros.
De estas ayudas sólo pueden beneficiarse los desempleados que extingan la prestación y el subsidio por desempleo entre el pasado 16 de febrero y el 15 de agosto, inclusive, con un periodo máximo de percepción de seis meses. Los parados que ya la están cobrando no la verán prorrogada por otros seis meses, pues la ampliación del programa afecta únicamente a las personas en esa nueva situación.
Según informó la subdelegada del Gobierno, María Teresa Rodrigo, la semana pasada, en la provincia se habían presentado hasta entonces 465 solicitudes acogiéndose a este programa que el Gobierno puso en marcha por vez primera el pasado mes de agosto.
Al interesarme por si Irene y su familia cuentan con una red social (familia, amigos, vecinos…) a quien acudir en momentos de mayor dificultad, sonríe y dice “nos lo tragamos todo para nosotros; de momento nos bastamos y si hay que comer arroz y huevo en mi país se come todos los días y dos de mis hijos que nacieron allí se han criado altos y fuertes. No nos gusta mendigar”.
Algo diferente es la situación de Gregorio, un peruano que de momento sobrevive con un sueldo de 600 euros por un trabajo a media jornada en una panadería o la de Ismael, marroquí de 19 años, ambos interesados en seguir algún curso formativo para tener más oportunidades en el mercado de trabajo.
Iba a marcharme cuando veo salir de la Oficina, poco después del mediodía, a un ciudadano búlgaro. Me cuenta, como puede, que casi no habla castellano y que dentro no le entienden. No sabe si tiene derecho ‘al paro’ pero su mirada habla el lenguaje universal de los marginados.
