El temor a las represalias obliga a mantener silencio, aunque cada vez son más las voces en el seno del PP que, desde el anonimato, admiten una profunda crisis interna en el grupo municipal. Y no son pocos son los afiliados y simpatizantes que cuestionan que Beatriz Escudero repita como candidata a las próximas municipales, pese a que, en reuniones clandestinas, convocadas al margen y sin conocimiento de la dirección del PP de Segovia, la portavoz municipal y senadora se autoproclame aspirante y pida ideas para elaborar el programa electoral de cara a los comicios de 2011.
Así ocurrió a finales de enero, en una reunión en el Hotel Los Arcos, a la que asistió medio centenar de personas. Entre el público, jóvenes empresarios y profesionales, la mayoría afiliados, a quienes Escudero solicitó sin rubor propuestas para modernizar y ampliar el programa electoral con el que concurrió hace tres años. En aquel encuentro, al lado de Escudero, se situaron los incondicionales Miguel Ángel Antona y Susana Moreno —que conforman junto con la portavoz el ya conocido como “triunvirato”— y los “recién llegados” Pablo Pérez y Javier Encinas. La última fila quedó reservada para los concejales “menos afines”, a quienes Escudero no dio la palabra y ni siquiera presentó al público. Allí, en las últimas butacas, se sentaron María José Uñón, Elena García Gil y César Martín; los mismos que, junto a Mercedes Álvarez Campana, abandonaron el pleno, el pasado 31 de marzo, coincidiendo con el debate y aprobación de una moción del PSOE para reprobar el comportamiento de Escudero en la sesión plenaria de febrero. Una protesta en toda regla.
Pero la fractura en el grupo municipal viene de lejos. “Desde el primer día [Escudero] ya estableció una jerarquía en el grupo, había un triunvirato y luego el resto, que se sentían ovejitas controladas por dos o tres mastines, y no es porque unos sepan más que otros, es un favoritismo tremendo y absurdo”, indicaron fuentes próximas al grupo del PP.
En las reuniones del grupo, las propuestas, para transformarlas en moción o pregunta, han tenido mayor o menor éxito en función del concejal que las planteara. Si lo hace Moreno o Antona, nada que discutir. “Esto no es una democracia, aquí mando yo”, dicen que llegó a apuntar una vez Escudero para acallar a los críticos. Y en no pocas ocasiones a un concejal se le ha asignado la lectura y defensa de una moción, que se le ha entregado incluso ya redactada, tras la decisión del “triunvirato”. Curiosamente, en las reuniones también participa el jefe de prensa del grupo municipal, Javier Gamboa. Para Escudero, la voz del periodista tiene tanta autoridad como la de un concejal; más si su opinión no coincide con la de uno de los ediles “no favoritos”.
Solo un ejemplo. La renuncia del concejal Javier Jiménez Arribas se produjo tras una acalorada discusión en una reunión del grupo municipal. El entonces edil se negó ante Escudero a tener que defender en un pleno una moción sobre la que no le habían consultado, que él no había propuesto ni redactado. Fuentes del grupo popular revelaron que ante la negativa de Jiménez Arribas, Escudero le conminó a limitarse a ir a los plenos y a levantar la mano en las votaciones. El concejal abandonó molesto la reunión y, al día siguiente, le comunicaron que tenía un plazo de 15 días para renunciar al acta de concejal. Paso más tiempo, pero, finalmente, se materializó su dimisión el 30 de marzo de 2009.
Un mes después del incidente, según las mismas fuentes, Mercedes Álvarez Campana advirtió que si “echaban” a su compañero ella también presentaría su dimisión. El comentario llegó a oídos de Escudero que, sin vacilar, invitó igualmente a la concejala a que abandonara el equipo. Álvarez Campana optó finalmente por quedarse. El “castigo” de su rebeldía fue la de relevarla de las comisiones de Hacienda y Cultura, coincidiendo con la entrada de Javier Encinas y Pablo Pérez, en sustitución de Javier Jiménez Arribas y Julián Esteban. El trabajo y retribuciones de Álvarez Campana se han reducido desde entonces a la mínima expresión.
100 euros La división en el grupo se acrecentó cuando, en junio de 2008, el Gobierno municipal adoptó una serie de medidas de ahorro a las arcas municipales. Entre ellas, se decidió recortar a la mitad la asignación a los grupos políticos. En esta disyuntiva, el grupo municipal del PP tuvo que prescindir de uno de los dos puestos que tenía asignado y que, en ese momento, ocupaba el jefe de prensa del grupo municipal, Javier Gamboa. Escudero reunió al grupo y planteó a sus concejales afrontar entre todos el sueldo de Gamboa. Había que reunir en torno a 1.200 euros, con una aportación de 100 euros al mes por edil. La portavoz aseguró que se trataba de una medida provisional y que, en seis meses, de junio a diciembre, trataría de que el Ayuntamiento volviese a costear el sueldo de Gamboa o, en último término, que lo afrontaría el PP. Se negaron al pago “voluntario” César Martín, Javier Jiménez Arribas, Mercedes Álvarez Campana y María José Uñón que, de un plumazo, por decisión de Escudero, dejaron de hacer sustituciones en las comisiones informativas —la asistencia por comisión se cifra en 80 euros—.
