Suecia se despertó ayer conmocionada por el atentado terrorista que sacudió la tarde del sábado el centro de Estocolmo con las explosiones de un coche y de un supuesto suicida que falleció en una acción que pudo haber provocado una masacre.
Los servicios de inteligencia suecos (Saepo) confirmaron que las autoridades consideran lo ocurrido un acto de terrorismo, aunque se mostraron prudentes a la hora de conectar estos incidentes entre sí y con el correo electrónico enviado minutos antes de las detonaciones por un supuesto radical islámico.
En la misma línea se manifestó el primer ministro conservador, Fredrik Reinfeldt, quien reclamó «paciencia» y tiempo para que la investigación aclare las incógnitas que rodean el atentado.
La Policía, que reforzó su presencia en el centro de la ciudad aunque decidió no aumentar el grado de amenaza terrorista en el país por el momento, admitió, no obstante, que trabaja con la hipótesis de que existe una conexión entre el hombre y el coche, mientras varios medios suecos apuntan a que el dueño del vehículo y el suicida eran la misma persona, por lo que los agentes registraron ayer la vivienda del dueño del coche en Tranås, al sur del país.
El turismo, con varias bombonas de gasolina dentro, explotó a primera hora de la tarde del sábado en el cruce de las céntricas calles de Drottning y Olof Palme, hiriendo de levedad a dos personas. Diez minutos después, cerca de allí, entre las calles Drottning y Bryggar, se produjo la segunda deflagración, como consecuencia de la cual murió un individuo, quien supuestamente se inmoló.
El hombre, que según testigos presenciales gritó algo en árabe antes de matarse, llevaba consigo una mochila llena de tornillos y seis «bombas de tubo», pero solo una de ellas explosionó.
Esa circunstancia es la que hace pensar que una de las bombas se detonó antes de tiempo y que el objetivo real era dirigirse a una zona concurrida y hacer estallar todos los artefactos para matar al mayor número de personas posibles, pues la calle Drottning es la principal zona peatonal de Estocolmo, llena de tiendas y mercados, y a pocos metros de donde se produjeron los hechos está el Konserthus, escenario de la ceremonia de entrega de los premios Nobel.
La hipótesis policial es que el suicida era un hombre-anuncio que hacía publicidad para establecimientos de la calle Bryggar, ya que la prensa señala que junto al cadáver se encontró un cartel con las ofertas de un restaurante.
En su página de la red social Facebook, el dueño del vehículo explosionado incluye una bandera terrorista de Al Qaeda en su perfil y varios enlaces a vídeos con imágenes de mártires, señalaron fuentes de la investigación. Se trata de un iraquí de unos 28 años que emigró a Suecia en 1992 y que estudió Terapia Deportiva en la localidad de Luton, en Reino Unido.
Al parecer, minutos antes de la primera explosión, el Saepo y la agencia de noticias sueca TT recibieron un correo electrónico en el que un individuo que se decía musulmán se dirige al pueblo sueco y le advierte de que sus «niños, hijas y hermanas morirán». En la nota se critica la participación militar sueca en Afganistán y el «silencio» de la población contra el dibujante sueco Lars Vilks, famoso por retratar a Mahoma como un perro y que ayer tuvo que reforzar su escolta.
