Los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 concluyeron ayer su quinta cumbre desde que se inició la crisis en 2008 comprometiéndose a evitar las devaluaciones competitivas y a trabajar para reducir los desequilibrios mundiales, pero aplazaron hasta 2011 la tarea de identificar las distorsiones que aporta cada país.
El actual marco acordado en Seúl intenta evitar que de nuevo los Gobiernos tengan que acudir a la liberación de bancos u otras entidades financieras consideradas «demasiado grandes para caer», y para ello les pedirá mayores reservas que eviten rescates como los de RBS en Reino Unido o de la aseguradora AIG en EEUU.
Los líderes de los países ricos y emergentes adoptaron los actuales requisitos de capitalización acordados en septiembre por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, conocidos como Basilea III, que supondrán un aumento de los requisitos sobre el capital ordinario de las instituciones financieras desde el 2 al 7%. Además, el G-20 se comprometió a aplicar las recomendaciones del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) para establecer un marco regulador adicional para que los bancos considerados de gran importancia en el sistema financiero mundial puedan hacer frente a un escenario de crisis.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, elogió la reforma del sistema inversionista internacional aprobada en Seúl y consideró que con ella «no deberíamos nunca jamás volver a vivir una crisis» financiera similar a la última.
Zapatero estimó que el que España haya consolidado su participación en un foro de la entidad del G-20 «es el hecho más importante en política exterior para nuestro país de la última década».
Seúl es la quinta cumbre a la que asiste el actual dirigente español, tras las citas de Washington, Londres, Pittsburg y Toronto.
Junto a las nuevas reglas para las entidades financieras, el denominado acuerdo de Basilea III que fija nuevos requisitos de capital para prevenir futuras crisis, destacó la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la que España ha ganado peso en el organismo al aumentar su cuota en el capital hasta el 2%.
No quedó, sin embargo, tan satisfecho Zapatero con el acuerdo alcanzado para evitar devaluaciones competitivas de divisas. A su juicio, el debate es todavía «incipiente» y queda «mucha tarea por delante» para lograr una verdadera cooperación en política monetaria.
Sin citar a China ni a Estados Unidos, Rodríguez Zapatero estimó que hay monedas «ciertamente infravaloradas» y países que tendrían que evitar tentaciones proteccionistas para competir con ellas. No obstante, apostó por «no señalar con el dedo a nadie», ya que todas las naciones en algún momento dado han utilizado su moneda para sacar una ventaja a corto plazo.
Por su parte, la ministra de Economía, Elena Salgado, consideró «razonable» que los principales bancos nacionales sean vigilados como entidades sistemáticas, mientras que en España fuentes del sector lo consideran «injusto».
