El Barcelona volvió a estrellarse ayer, por tercera vez en menos de un año, contra el Rubin Kazán, un equipo que le volvió a arrancar un empate en su estadio y al que no ha podido ganar nunca. Al menos, los visitantes consiguieron no perder, en lo que supone un pequeño paso hacia su objetivo, terminar primeros de grupo.
El combinado anfitrión, que le ha ‘robado’ siete puntos al azulgrana en las dos últimas Champions, se le siguió atragantando a los hombres de Pep Guardiola porque no mostraron una adecuada movilidad, indispensable para superar el férreo rigor táctico del bloque ruso.
Como si se tratase de una pesadilla recurrente, o de una broma pesada, el Barcelona protagonizó una nueva entrega de su particular ‘día de la marmota’. La muralla tártara perpetrada por el técnico Kurban Berdyev no cayó.
El preparador del Rubin, con un ‘tasbith’ (rosario musulmán) en la mano, explotó todas las virtudes defensivas de sus pupilos con un planteamiento ultraconservador en la disposición, aunque muy competitivo.
El ‘míster’ incluso sacrificó de inicio a los dos fichajes estelares de la escuadra para esta campaña, Martins -quien entró en la segunda mitad- y Carlos Eduardo -que no jugó-, para disponer dos líneas muy juntas de cinco y cuatro jugadores, respectivamente, y colocar a Kornilenko como única referencia en la punta.
Con este dibujo, el Rubin enmarañó el partido, atascó el juego e interrumpió el ritmo del Barcelona, incapaz de maniobrar con fluidez por la falta de espacios, a pesar de ser el amo y señor del esférico.
Incluso así, el conjunto de la Ciudad Condal tuvo dos ocasiones claras para adelantarse en el marcador. Primero, llegó un remate al larguero de Pedro, y luego, un disparo muy cruzado de Villa.
No parecía probable que anotaran los rusos; sin embargo, lo lograron. Un derribo de Alves a Kaleshin significó una pena máxima que transformó Noboa. Retornaron los fantasmas del pasado y los locales ya tenían la contienda donde deseaban.
El Barça quedó bastante ‘tocado’ por el tanto, pero sacó fuerzas, se armó de paciencia y siguió intentándolo hasta alcanzar el descanso. Pedro pudo poner las tablas, aunque remató fuera una cesión de cabeza del ‘Guaje’.
Los hombres de Pep Guardiola aceleraron todavía más su juego tras la reanudación, y adelantaron sus líneas conscientes de que, para desarbolar a los tártaros, debían aplicarse en la presión y robar el balón cerca de la meta rival. Después de una pérdida de pelota del Rubin, Iniesta acabó arrollado dentro del área por Salukvadze. El colegiado señaló el punto fatídico.
Villa convirtió la pena máxima en el 1-1, pero hubo suspense, ya que Ryzhikov le adivinó la intención y rozó la parada. El arquero tocó el esférico, pero éste al final entró.
Con el partido de nuevo empatado, el entrenador ‘culé’ dio entrada a Messi y sentó a un irrelevante Mascherano. Xavi se puso al mando de las operaciones y el encuentro se animó. En cuanto a los de Kazán, pretendieron sorprender a la contra con dos sustitutos, Martins y Sibaya.
Alves, en dos ocasiones, y la ‘Pulga’, que en absoluto pareció acusar los 10 días que ha permanecido recuperándose de un esguince en el tobillo derecho, rozaron el gol. También Martins, que estrelló un cabezazo a bocajarro en el palo.
En el tiempo extra, una combinación entre Messi e Iniesta casi concluye con un gran tanto del albaceteño por toda la escuadra. No obstante, esta vez no hubo ‘Iniestazo’ y ya nada alteró el equilibrio.
