En octubre de 1948, Luis Cuesta Jorge decidió formalizar su inscripción como socio en el Casino de la Unión, con el fin de disfrutar allí de los ratos de ocio que su frenética actividad profesional le dejaba. Casi treinta años después, en 1976, este experto agente de seguros asumió por votación mayoritaria la presidencia del Casino de la Unión movido por la responsabilidad de ponerse al frente de una institución que atravesaba una delicada situación y anclada aún en el pasado. Bastaron cuatro años y un pavoroso incendio que acabó con las instalaciones del Casino para obrar el necesario cambio que demandaba el Casino de la Unión y que gracias al trabajo de Cuesta Jorge pudo comenzar a fraguarse a principios de la década de los 80 del pasado siglo.
Con ocasión de los actos conmemorativos del 175 aniversario, el Casino de la Unión ha querido reconocer este trabajo nombrando a Luis Cuesta Presidente de Honor de la institución, reconocimiento que recibió en la tarde de ayer en un multitudinario acto en el que no faltaron algunos de sus sucesores en el cargo, así como una representación de las autoridades locales y provinciales.
En un ejercicio de humildad, Cuesta Jorge asegura que su periodo al frente del Casino fue «como una Vuelta a España en la que gracias a los triunfos de etapa de los compañeros de equipo pudimos alcanzar el éxito final». De este modo, nombres como Ausencio Pascual -que descubrió en el bingo una fórmula de conseguir ingresos para las depauperadas arcas del Casino- Antonio Estrada -cuyos oficios como voluntario gestor de las ganancias del bingo consiguieron aumentar el número de socios- o José Víctor García -que vió en el Hotel Sirenas la sede para el Casino- y otros muchos saltan a la memoria del veterano expresidente, que asegura tener con ellos «una deuda de agradecimiento» por el trabajo y la colaboración prestada.
Aunque reconoce sin ambages que el incendio del edificio del Casino fue el momento más duro de su mandato -desde 1976 a 1980-, también asegura que esta desgracia «fue también una oportunidad para poder renovar nuestras instalaciones, ya muy descuidadas, y hoy todavía, en tono de broma, hay socios de mi edad que aseguran que fui yo quien lo quemé para poder hacer la reforma».
En resumen, cuatro intensos años de actividad en los que incluso como presidente llegó a atender la barra del bar de «La Parrilla» para solventar una delicada situación derivada de los problemas laborales de la plantilla del hotel, y que Cuesta Jorge asegura orgulloso que finalmente se resolvió «sin que ninguno de los trabajadores se quedara en el paro». Por esto y por muchas otras cosas, Luis Cuesta forma parte ya de la historia de esta institución, inscrita en el adn de la ciudad.
