A la tercera, va la vencida, y ayer más que nunca. Y es que con la victoria del Barcelona sobre Olympiacos, el equipo blaugrana consiguió su segunda Euroliga de la historia y la primera en París, donde en este mismo pabellón de Bercy perdió en dos ocasiones pasadas.
Con un juego espectacular, que anuló por completo el proyecto multimillonario de los griegos, los catalanes pusieron el broche de oro a una temporada en la que han hecho el mejor baloncesto del Viejo Continente.
Correr con el balón, les debió decir Xavi Pascual a los suyos. Fuera o no fuera así, Ricky Rubio impregnó una velocidad inusual en este Barça y ahogó a unos griegos que, con Schortsanitis en pista no pudieron seguir el ritmo. A la velocidad, los catalanes le sumaron intensidad, cerraron muy bien el rebote y aún así todavía guardaron ases en la manga.
El técnico dijo en la previa del encuentro que estaban preparados para peinar cualquier fleco en la estrategia. Y así fue, ya que tras unos primeros minutos de intercambio de canastas, Mickeal y Navarro se asociaron para ir arriba. El escolta recuperó su efectividad en el triple y lanzó alguna que otra bomba, mientras que ‘Fisherman’ estuvo ahí, donde hace falta, para ayudar. A falta de tres minutos para el primer cuarto, la diferencia subió a más siete (20-13).
Fue clave también Vázquez, imparable el gallego bajo el aro. Se enfundó el mono de trabajo y puso tapones por doquier. Schortsanitis era temido, pero el poco tiempo que su cuerpo le permitió estar en pista Vázquez le mantuvo a raya. Además, se mostró seguro en el tiro y contagió a sus compañeros el ánimo y las ganas por fundirse en la búsqueda de la victoria. Al final del cuarto, un marcador de escándalo (28-19).
Lejos de invitar al incómodo Olympiacos a meterse en el partido, en el primer ataque Basile clavó un triple tras dos rebotes ofensivos. Además, Pascual desplegó un quinteto muy defensivo, Sada, Basile, Grimau, Morris, Vázquez, para defender el resultado y evitar cualquier reacción en cadena.
En la reanudación se vieron los peores minutos del Barcelona. Un parcial bueno para los helenos despertó el recuerdo del 91 y 96, así como la final del 97 cuando los del Pireo superaron al Barça. Sin embargo, con paciencia y saber estar en la pista, dejando los nervios en el banquillo, el partido se calmó y fue el cuadro catalán quien cogió de nuevo las riendas.
Al llegar al último período, el Barça puso a los tiradores en pista para no pasar apuros en los minutos finales. Se llegó a una máxima de 16 puntos que se mantuvo durante muchos minutos. Olympiacos incluso bajó los brazos y su afición se calló por primera vez en toda la Final Four. Este Barça dio una lección, no solo ayer sino en toda la temporada, y se llevó como justo vencedor la Euroliga.
Por otro lado, el CSKA de Moscú cosechó la tercera plaza en la Final Four después de imponerse en la prórroga a un combativo Partizán (90-88), que se quedó sin más premio injustamente, pues puso contra las cuerdas a dos equipos muy superiores en presupuesto (en ‘semis’ cedió ante el Olympiacos).
