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Comenzar el camino de la recuperación

por Redacción
12 de octubre de 2010
en Segovia
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Natividad Ruiz Calderón, carmelita de la Caridad Vedruna afincada en la casa que su congregación tiene en el barrio de San Lorenzo, ha regresado de Haití más convencida si cabe de la necesidad de ayuda que tiene este país americano para salir adelante después del terrible terremoto que sufrió el pasado mes de enero. Pero sabe que es un pueblo trabajador y luchador y puede recuperarse por sí mismo, con el apoyo de la comunidad internacional.

En la isla de La Española —divida en dos estados: República Dominicana y Haití— ha pasado cinco meses, primero en Santo Domingo, en un hogar de tránsito para niños heridos durante el terremoto y después en el destruido barrio de Tabarré de Puerto Príncipe, la capital haitiana.

Relata, con palabras apasionadas pero también serenas, una experiencia dura, un camino que parte de la impotencia para comenzar a andar hacia la esperanza en la que cree, como religiosa y como persona, sin titubear tampoco a la hora de denunciar las muchas carencias y lo poco que se ha hecho hasta ahora con la millonaria ayuda que ha recibido el Gobierno haitiano.

Natividad es franca y expresiva. Su historia haitiana comienza frente al televisor, donde, como millones de personas en todo el mundo, se conmovió con la magnitud del desastre del terremoto ocurrido en uno de los países más pobres del mundo. Esas imágenes recibidas a través de la pantalla le hicieron preguntarse “¿Qué voy a hacer desde este sillón?” Desde ese momento comenzó “a caminar y mi congregación y mi comunidad aceptaron mi petición para viajar a Haití a ayudar”.

En su casa de San Lorenzo, otra carmelita vedruna, Julita de la Calle le había hablado de la pobreza de los haitianos y con la comunidad convive una niña procedente de este pequeño país, Lahensia, que a sus ocho años ha vivido la dura experiencia de tener que desprenderse de una de sus piernas, amputada después de una cirugía “mal hecha”, así como de sus padres, para tener acceso en España a una asistencia sanitaria imprescindible para su recuperación integral.

La escolarización de Lahensia en el colegio Fray Juan de la Cruz de Segovia movió a profesores y alumnos, así como a los responsables de la Asociación de Madres y Padres (AMPA), sensibilizados tras el terremoto, a desarrollar una campaña de recogida de dinero que se ha destinado a un proyecto muy concreto, la construcción de una escuela, cuyas obras ya han comenzado, como comprobó Natividad durante su estancia allí.

Tras una primera etapa en Santo Domingo, en un albergue de Mensajeros de la Paz, organización no gubernamental que dirige el padre Ángel García, el 12 de marzo Natividad parte para Haití, también de la mano de la misma ong.

“La entrada fue muy dolorosa, mis ojos contemplaban ruina, mis oídos oían gritos y mis manos extendidas para poder recoger ese dolor, esos cuerpos doloridos. También me invadía el silencio de la impotencia”, rememora esta carmelita vedruna.

Al noroeste de Puerto Príncipe se extiende Tabarré, 6.000 habitantes, barrio destruido por el terremoto, sin viviendas, sin canalización de agua, sin escuelas… Nunca podrá olvidar a los niños pidiendo en la calle “agua que nos morremos”, chapurreando un castellano en un país donde el francés es lengua oficial. “Y no podíamos dárselo porque no lo teníamos”, señala Natividad, que cuenta como algunos pequeños recogen su pis para beber y las carreteras —más propio sería llamarlas caminos—, donde se han depositado escombros para tapar grietas, son para algunos menores como el quiosco de chucherías “donde van a por piedrecitas que se llevan a la boca para engañar al hambre”.

El trabajo pendiente es mucho pero se empezó por hacer 60 viviendas de madera, perforar un pozo, para que al menos una pequeña parte de la comunidad tuviera agua potable y se abrió un centro de día para ancianos, “un lugar en el que estar, donde tomar una vez al día un jugo, leche, su medicación controlada y poder reir, bailar, jugar, algo que saben hacer tan bonito”.

En la retina de Natividad ha quedado fijada la imagen del colorido de las tiendas improvisadas por los propios haitianos con telas y plásticos recogidos por ahí, estructuras incapaces de aguantar las fuertes lluvias torrenciales de la primavera en la isla. En Tabarré comprendió el valor “de la intimidad a la que tiene derecho cualquier persona, cualquier familia”, algo más que también se llevó el terremoto.

La escuela proyectada es mucho más que un centro educativo. Ahora los niños vagan desnudos, sin futuro. “De la noche a la mañana nos ceden un terreno y comenzamos a construirla”, afirma contenta de poder dar fe de que el dinero “de muchas familias humildes segovianas” no se ha perdido entre la burocracia, ha llegado a su destino para su fin. Serán siete unidades didácticas y un comedor para que los niños escolarizados tengan una comida diaria segura. Es un paso más hacia la reconstrucción de un Haití que sigue “muy vivo”, con muchos jóvenes que creen en el futuro.

Algunos datos sobre Haití.-

El estado: La República de Haití está situada en la parte occidental de la isla La Española y que limita al Norte con el océano Atlántico, al Sur y Oeste con el mar Caribe o de las Antillas, y al Este con República Dominicana.

Superficie y habitantes: Se extiende en 27.750 kilómetros cuadrados, albergando una población de 10.033.000 habitantes (2009). Su capital y ciudad principal es Puerto Príncipe, gravemente dañada por el terremoto.

Economía: Antes del terremoto la renta per cápita estimada era de 772 dólares, la más pobre de América y una de las más desfavorecidas del mundo. Según The World Factbook, el 80% de su población vivía bajo el umbral de pobreza y dos tercios depende de la agricultura y pesca, en pequeñas explotaciones de subsistencia.

Sanidad y Educación: Antes de terremoto solamente el 40% de los niños tenía acceso a la asistencia médica básica. El 90% sufren de enfermedades hídricas y de parásitos intestinales. El 90% de laS escuelas son privadas y el índice de alfabetización ronda el 50%.

FUENTE: WIKIPEDIA

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