Imagine usted que tuviera que vivir con menos de un euro al día. Apenas tendría para comer, ¿verdad?. Pues hoy en día, 1.000 millones de personas —una de cada seis de la población mundial— viven con menos de un euro al día.
Esta dramática situación justifica la ayuda al desarrollo, en la que cada vez desempeñan un papel más importante las organizaciones no gubernamentales para el desarrollo (ONGD), como Aida, una organización estrechamente vinculada a Segovia que cuyos miembros luchan cada cada día en contra la pobreza, “la labor más urgente de la humanidad”, de acuerdo con el escritor Antonio Gala.
Fundada en 1999, Aida comenzó su actividad en 2000. Una década después, esta ONGD ha pasado de gestionar un proyecto de cooperación en Vietnam a tener en ejecución cuarenta, en doce países de Asia, América Latina y África.
Desde hace tres años, Aida organiza semestralmente unas jornadas de trabajo, a las que asisten los llamados “expatriados” (responsables de proyectos de cooperación de la ONGD), además del personal que trabaja en la oficina central de Madrid e, incluso, voluntarios, que así tienen la oportunidad de conocer de primera mano la labor de la organización.
Aunque estas jornadas de trabajo tienen lugar, de forma habitual, en Madrid, la convocatoria correspondiente a julio de 2010 se está celebrando en Segovia, donde han acudido cerca de 25 trabajadores de la ONGD provenientes de los países en los que está presente la entidad.
Así, mientras que ayer los responsables de los proyectos explicaron sus experiencias, la jornada de hoy se dedicará a formación, y en la de mañana pronunciarán varias conferencias expertos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
La presencia en Segovia de estos luchadores contra la pobreza ha permitido demostrar que, en su trabajo al servicio de los más desfavorecidos, Aida ha ido progresivamente ampliando sus retos, de forma que ahora gestiona proyectos de todo tipo, desde sanitarios a educativos, pasando por otros de ayuda humanitario o de desarrollo económico… Y todo ello, atendiendo las necesidades y demandas de la población local.
Por citar varios ejemplos, ayer resultaba conmovedor escuchar a Adulai Robalo y a Johannes Mooij, responsables de Aida en Guinea-Bissau, quienes detallaron su labor en el Hospital Nacional ‘Simao Mendes’, donde proporcionan medicinas a pacientes (unos 1.200 cada mes) sin recursos económicos; o oír las explicaciones de Nona Baquer, una barcelonesa que está implicada al máximo en mejorar las condiciones de vida de los habitantes de un barrio de Tánger, de nombre Mers, en el que Aida ha logrado ya, merced a varios proyectos —uno de ellos subvencionado por el Ayuntamiento de Segovia—, crear un ‘Centro de Bienestar Infantil y de Inserción Sociolaboral de la Mujer’.
Testimonios como los de Johannes Mooidj, Adulai Robalo o Nona Baquer corroboran que Aida funciona y que está consiguiendo resultados visibles en la lucha contra la pobreza. “Ojalá los españoles no nos durmamos en el colchón del bienestar y seamos capaces de comprometernos y luchar contra uno de los hechos más vergonzosos de la Historia de la Humanidad: que el 20% viva en la opulencia mientras el resto languidece o muere de miseria y enfermedades evitables”, escribió un día Rosa Regás. Aida, desde luego, no se ha dormido, y está peleando por erradicar la pobreza allá donde va.
