Decenas de miles de mexicanos están emigrando de la región en la frontera norte del país como consecuencia de la violencia del narcotráfico, en un éxodo que amenaza con dejar a la zona industrial con un déficit de mano de obra cualificada.
Hasta 200.000 personas han abandonado Ciudad Juárez en los últimos 18 meses, más del 10 por ciento de una población de 1,5 millones de habitantes, por el miedo al enfrentamiento entre cárteles de la droga, que se disputan la metrópoli convirtiéndola en uno de los escenarios más peligrosos del mundo.
Diariamente se registran decenas de crímenes a manos de los narcotraficantes. Los automóviles tiroteados y las personas asesinadas, que son abandonadas sobre charcos de sangre en las calles, forman parte del paisaje, en medio del colapso de la ley y el orden.
Ciudad Juárez, que hace frontera con El Paso (Texas), tocó fondo hace unos años cuando los sicarios del narco ejecutaron a 15 personas, en su mayoría jóvenes estudiantes, durante una fiesta organizada en su escuela.
Los secuestros y la extorsión aumentan, con grupos que buscan ingresos extras, a pesar de la campaña gubernamental contra el tráfico de drogas.
«Huí a El Paso cuando una banda me intentó secuestrar», declara el director de una empresa de transporte de carga, que pidió quedar en el anonimato. «Vinieron a por mí, pero surgió un cambio de horario y no estaba en casa. Entonces, raptron a mi vecino en mi lugar», relata.
Ciudad Juárez, que alguna vez fue uno de los lugares de más rápido crecimiento del país, ahora está repleto de tiendas y restaurantes cerrados. Basura y correspondencia sin abrir se acumulan en edificios de oficinas vacíos, y ya no circulan automóviles por sitios que fueron en otro tiempo zonas residenciales.
La cuarta parte de las casas de la ciudad han sido abandonadas por los vecinos que huyen o porque nadie adquiere las viviendas nuevas, según informa el instituto de urbanismo municipal.
Las familias que tienen recursos optan por trasladarse a metrópolis como Guadalajara o Monterrey, alejándose de los 4.500 asesinatos vinculados con el narco desde inicios de 2008.
Al menos unas 3.000 personas se han mudado a El Paso.
El cálculo sobre el número de emigrantes varía, pero académicos y autoridades lo sitúan entre 75.000 y 200.000 personas desde mediados de 2008.
La crisis económica también ha golpeado a la población, pero la razón principal de la huida es la violencia, según la Policía local.
Ciudad Juárez, que floreció durante la era de la prohibición en Estados Unidos en la década de los años 20 y que hasta hace poco atraía a norteamericanos que buscaban ayuda sanitaria barata o fiestas con tequila, se ha convertido en el escenario de empresas de producción en serie, que fabrican desde autopartes para General Motor hasta máscaras quirúrgicas para Johnson & Johnson.
Esas fábricas, instaladas en México por el abaratamiento de la mano de obra, operan con normalidad. Sin embargo, «algunas compañías estadounidenses están frenando sus inversiones en Ciudad Juárez por la violencia», sostiene Carlos Chavira, presidente de un grupo empresarial local. «Estamos padeciendo una reducción o congelación de algunas inversiones, hasta que no mejore el esquema de seguridad», declara.
Por su parte, los negocios pequeños padecen la extorsión de los cárteles y policías corruptos.
«Los narcos vienen al establecimiento y dejan un papelito con un número de teléfono al que tienes llamar y te dicen cuál es la cantidad que tienes que pagar», confiesa el dueño de un restaurante.
