Ese gigantesco dinosaurio casi paralítico en que se ha convertido la Unión Europea representó ayer una nueva escena de esa opereta titulada Cómo aparentar que luchamos todos juntos contra la crisis y, tras una intensa y dilatada reunión de todos los ministros de Finanzas, los representantes de los Estados miembros enviaron ante la prensa al presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, para informar de que los países e instituciones de la UE están «muy a favor» de endurecer el Pacto de Estabilidad y de aumentar las sanciones, tanto financieras como de otra índole, contra quienes no respeten ese compromiso.
Como no podía ser de otro modo, Van Rompuy destacó que durante le encuentro se puso de manifiesto un «sentido de urgencia» en los países comunitarios para «actuar unidos» y con rapidez
A falta de resultado alguno, la reunión de los responsables económicos continentales en el marco del grupo de trabajo para estudiar la reforma de las reglas de la Unión Monetaria ganó algo de tiempo a la espera quizá de que la propia inercia planetaria saque a flote sus finanzas. Entretanto, se limitó a definir sus cuatro principales prioridades y, eso sí, acordó «acelerar los trabajos».
Los pilares en los que deberá asentarse tan revolucionaria estrategia son, en primer lugar, una «mayor disciplina presupuestaria. Endurecer y hacer más efectivo el Pacto de Estabilidad y Crecimiento». Después se pretende «buscar medios para reducir las excesivas diferencias de competitividad entre los Estados miembros, algo necesario para lograr un desarrollo equilibrado, especialmente dentro de la zona euro».
En busca de ‘efectividad’
En tercer lugar la UE aspira a establecer un «mecanismo de crisis efectivo», a fin de poder afrontar problemas como los que sufre ahora la eurozona y, por último, «reforzar el gobierno económico de la zona euro», especialmente en su lado institucional, con el objetivo de que la UE «actúe más rápidamente y de forma más eficaz y coordinada».
Según puso de manifiesto el presidente del Consejo, durante la reunión, hubo también «un amplio consenso sobre el principio de que haya sanciones, financieras y no financieras». «Todos están dispuestos en avanzar hacia un Pacto de Estabilidad y Crecimiento fuerte que debemos aplicar, y, si hacen falta nuevas sanciones, habrá nuevas sanciones además de las que se prevén ahora», afirmó sin concretar nada más.
«No se excluye nada, lo principal es cumplir los objetivos», volvió a divagar Van Rompuy ante la insistente reclamación de los periodistas para que especificara.
El grupo se reunirá dos veces más en «las próximas semanas» y presentará un informe preliminar a la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la UE del 17 y 18 de junio. Además, la presentación del que se supone será el informe final se ha adelantado, de la cumbre de diciembre próximo a la de octubre, según anunció Van Rompuy en tono triunfal.
A falta de toda información oficial, fuentes próximas a las negociaciones explicaron que sobre la mesa están una serie de propuestas que hubieran sido inconcebibles hace tan solo una década como que la Comisión examine los proyectos de presupuestos nacionales antes que los parlamentos respectivos, o la suspensión de las ayudas europeas.
Alemania, principal motor de la Unión Monetaria y principal prestamista a los planes de rescate acordados recientemente para Grecia y los socios más frágiles es quien lidera las exigencias de máximo rigor y, según han barajado diversos medios teutones, Berlín tratará de imponer además el sometimiento de los programas de estabilidad a una verificación severa e independiente por parte del Banco Central Europeo (BCE) o de un círculo de institutos de investigaciones económicas independientes. Además, exigirá que todos los países se comprometan a anclar de manera vinculante en sus respectivas legislaciones las reglas preventivas del pacto de estabilidad y crecimiento.
Berlín plantea que aquellos países que no se atengan a las directrices para la reducción del déficit sean castigados con la suspensión temporal de las ayudas estructurales y sugiere que los Estados que, como Grecia, violen flagrantemente las reglas podrían llegar a perder su voto en el Consejo de la UE por lo menos durante un año.
