Estados Unidos ha movilizado su poderío militar nuevamente en 2010 y miles de soldados han llegado a Haití, no empuñando rifles de asalto como en la invasión de 1994, sino cargados de ayuda humanitaria y con el compromiso de Washington de apoyar las tareas de rescate de víctimas y la reconstrucción a largo plazo.
El presidente Barack Obama reiteró ayer que, ante una crisis de proporciones bíblicas, su país desarrolla uno de los mayores esfuerzos humanitarios de su historia.
Tanto las autoridades castrenses como las civiles insisten en que trabajan a solicitud del Gobierno del presidente haitiano, René Préval, que es el que lidera los esfuerzos de coordinación, acopio y distribución de la ayuda humanitaria.
«Quiero enfatizar que estamos apoyando los esfuerzos del Gobierno de Haití para mitigar el impacto de este desastre. El Ejército de EEUU está allí para respaldar los esfuerzos» de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid), argumentó José Ruiz, portavoz del Comando Sur. «Lo que se está llevando a cabo en Haití ahora mismo es un esfuerzo internacional para ayudar a los damnificados, y estamos centrados en la distribución de agua, alimentos y medicinas. Después vendrá la reconstrucción», precisó Ruiz.
Según el militar, el aeropuerto internacional de Puerto Príncipe, bajo control de EEUU según un «memorando de entendimiento» suscrito con Haití, trabaja las 24 horas del día, aunque está limitado a 90 vuelos por día.
Cerca de 5.000 efectivos de todas las ramas de las Fuerzas Armadas participan en las labores de búsqueda y rescate de supervivientes en Haití, y desde buques de la Guardia Costera de Estados Unidos. Se esperaba la llegada de otros 6.300 uniformados a lo largo del fin de semana.
Además, el ultramoderno buque-hospital USNS Comfort zarpó ayer del puerto de Baltimore (Maryland) cargado con 600 médicos y toda clase de equipos y laboratorios médicos de alta tecnología, y llegará a las costas haitianas el próximo jueves.
El escenario con el que se han topado los militares es desolador, no sólo por la cantidad de muertos, que según la Cruz Roja asciende a 50.000, sino por el caos al que ha descendido el país.
La devastación se ve reflejada en las carreteras bloqueadas por los escombros, cadáveres apilados en las calles, putrefacción y temores de brotes de enfermedades contagiosas. La desesperación ha dado pie a saqueos y a la furia de quienes llevan días esperando ayuda.
Por ello, «miles de estadounidenses, civiles y militares, están sobre el terreno… para distribuir agua potable, comida y medicinas, y miles de toneladas de suministros de alimentos están llegando cada día», sostuvo el sábado Obama al anunciar el Fondo Clinton-Bush para Haití.
Aunque el portavoz del Departamento de Estado, P.J. Crowley, insistió esta semana en que EEUU «no está tomando control del país» -mantiene su soberanía y hay 7.000 miembros de las fuerzas de paz de la ONU-, las autoridades también han destacado la enorme capacidad militar y logística de EEUU para lidiar con crisis semejantes.
La invasión estadounidense de Haití en 1994, en respuesta al derrocamiento militar del presidente Jean-Bertrand Aristide, requirió al menos 15.000 soldados, y la ocupación duró seis meses. Ésta no fue la primera vez que EEUU entró por la fuerza en el atribulado país caribeño: sus buques de guerra surcaron las aguas haitianas 17 veces entre 1862 y 1915.
En 1915, el presidente Woodrow Wilson envió a los Marines a la isla para «restablecer el orden y mantener la estabilidad política y económica tras el asesinato del presidente haitiano en julio de 1915, y la ocupación continuó hasta 1934», recuerda en su web el Departamento de Estado. Ahora, por razones distintas, EEUU ha movilizado a sus tropas para una especie de invasión humanitaria en la ex colonia francesa.
El capitán Clark Carpenter, de los Marines, destacó el papel de los soldados como «guerreros compasivos que extienden una mano amiga a quienes la necesitan».
