La tragedia de Haití mantiene en vilo al mundo y son muchas las personas que se están volcando para que los supervivientes del terremoto puedan superar el trance. El caos y la desesperación que llegan a través de las imágenes en televisión han llevado a miles de ciudadanos a interesarse por la posibilidad de adoptar a algún niño del país destruido. Sin embargo, y a pesar de la buena voluntad de estas familias, las organizaciones en defensa de la infancia han pedido que se evite «por todos los medios» las adopciones internacionales de los pequeños que se encuentran en situación de desamparo.
El presidente de la Federación de Asociaciones de Adopción Internacional (Adecop), Miguel Góngora, insistió en que «es el momento de cooperar. No de adoptar». Góngora afirmó que, «aunque pueda resultar contradictorio, lo mejor para los niños es permanecer en la isla». En esta afirmación también coincidió el director de la Plataforma de Infancia, Ángel Hernández, que manifestó que para los menores desamparados es «más traumático» sacarles del país, que mantenerlos en «zonas seguras dentro de su entorno».
Precisamente, crear lugares sin riesgo -en estos momentos ya existen 10 en la isla, pero se prevé que lleguen a 70 en las próximas semanas- es una de las «prioridades» de Unicef y Save the Children, donde pueden protegerles, darle apoyo psicológico, médico y, sobre todo, llevar un registro para intentar ponerles en contacto con sus familiares. El Coordinador de Emergencias de Save the Children, Boris Aristín, definió estos lugares como espacios delimitados, con una construcción muy simple, en sitios que no fueron afectados por el terremoto, y que en caso de réplica no corren peligro. Allí, se reparte comida y se realizan actividades de carácter lúdico y educativo para intentar «normalizar la infancia de las víctimas».
Estos entornos sirven como «punto de encuentro», puesto que «muchos mayores acuden a estas zonas buscando a sus hijos desesperadamente», comentó la directoria de Cooperación de Unicef España, Carmen Molina. Asimismo, también cree que adoptar debe ser «la última opción», porque en estos momentos «no se puede garantizar ningún derecho del menor». «Acoger a un niño que está en shock por los últimos acontecimientos que ha vivido y llevarlo a un país del que no conoce ni el idioma puede suponer un doble trauma para el menor», apuntó. Además, «se corre el riesgo» de adoptar, y que su familia haitiana le esté buscando, pero aún no le haya encontrado, por lo que en esa ocasión ese pequeño no volverá a saber más de su familia biológica.
Otro peligro al que se atienen los niños afectados por la catástrofe son las mafias, que «aprovechan» este tipo de situaciones para reclutarles y utilizarles con fines sexuales, de explotación, etc. «Llevarse a los menores sin permiso es un secuestro», concluyó Góngora. Por ello, pidió que se lleve un «control exhaustivo» para que no se desplacen, si no es «estrictamente necesario».
Aunque iniciar los trámites de adopción no está permitido, lo que sí están haciendo algunos países, como Holanda, es acelerar la acogida de menores que ya tenían aprobada su salida de la isla.
Gracias a esta iniciativa, más de 100 pequeños haitianos partirán hoy hacia los Países Bajos para encontrarse con sus nuevas familias. Estos niños estaban en proceso de adopción desde antes del seísmo ocurrido el pasado día 12.
