Se hace raro pensar en una Delegación Segoviana de Fútbol sin Julio Isabel al frente. Pero después de un cuarto de siglo trabajando por el fútbol y el fútbol sala, el presidente de la Delegación ha puesto el punto y final a su andadura como máximo responsable de la institución. Conociéndole, el adiós de hoy se convertirá con el paso de los días en un “hasta luego”, porque los amantes del fútbol no saben pasar sin trabajar por él.
La primera pregunta es obligada. ¿Por qué se va?
Me voy porque estoy cansadísimo. Después de mi última enfermedad, me ocupaba muy poco de la Delegación, y debía ser coherente conmigo mismo y con la institución que estaba representando. Además, si voy sumando años, creo que me faltaría muy poco para cumplir 25 al frente de la Delegación, y creo que ya son muchos. Creo que hay que ser honrado con uno mismo, y pensar que has de dejar paso a otros para que cambien cosas.
¿A mejor?
Seguro. Quizá por eso he tardado tanto en saber que había una persona que podía ser un buen sucesor. Creo que se ha acertado en la elección. El fútbol es más que competiciones, son instalaciones, son fichas (Segovia está equiparada a Burgos en número de fichas entre fútbol y fútbol sala), son nuevas formas de vida en el fútbol… aspectos que no se ven, pero que al final se van desarrollando. Lo que yo no quería era dejar la Delegación en manos de alguien que no supiera dar una continuidad al trabajo, y considero que eso no va a ocurrir. Yo seguiré ahí, siendo miembro de la Asamblea de la Federación Territorial en Valladolid, seguiré en la Mutualidad de Futbolistas, y seguro que seguiré colaborando con la Delegación. He pedido al futuro nuevo delegado (Heliodoro Albarrán, aunque Julio Isabel en ningún momento le nombra en la entrevista) que continúe con la junta directiva que estaba.
¿Qué había en Segovia cuando se puso al frente del fútbol provincial?
Mejor dicho, qué no había, porque no existían ni campos. Lo que habían eran patatales, y alguno de ellos los hice yo con alguna gente de mi confianza, arando campos y luego pintándolos en la Nueva Segovia a las ocho de la mañana para poder hacer competiciones en los Juegos de Edad, que comenzamos a hacerlos en Segovia y después se hicieron en toda Castilla y León.
No había una Delegación, sino un secretario que hacía de todo. Se tuvo que crear una Delegación, que tenía la sede en los bajos de La Albuera, donde teníamos que ir con chubasqueros porque había goteras. Los 15 primeros años fueron duros, pero había una junta directiva, de la que a día de hoy permanecen casi todos, para la que sólo puedo tener palabras de elogio y de agradecimiento, porque han trabajado muchísimo, y han sabido aguantarme mis malos ratos. Balandín, Pedro, Calixto, los secretarios, Jesús Martín Llorente, o el mismo Mariano Castrillo, al que he «exprimido” en todo, y al que considero la persona que más sabe de fútbol en su aspecto técnico. Esos fueron los comienzos.
¿Cómo han sido las relaciones con la Federación Territorial?
Voy a hablar directamente del presidente, con el que he tenido problemas porque los dos somos muy cabezotas, Pero en Marcelino Maté me he encontrado a un gran trabajador. Puede ser un gran cabezota, más que yo, pero trabaja como un mulo, y siempre está cuando le buscas. Cuando yo me enfadaba con él, en algunas ocasiones tenía que rectificar porque se adelantaba a mí.
Es posible que tenga defectos, y que en algunos casos llegue a ser grosero, como lo soy yo. Pero trabaja muchísimo, y nunca me ha dicho que no estaba para una cosa que le pidiera. Tengo admiración por este hombre, porque he tenido problemas con él de todo tipo, pero eran problemas lógicos de funcionamiento de la Federación. Pero me adelantaba en el trabajo, y eso es admirable. Podría decir muchas cosas buenas de él, más que malas. Ahora que me marcho podría soltar cuatro exabruptos y quedarme tan ancho, pero lo que digo de Marcelino Maté es la verdad. Me ha ganado con su voluntad de trabajo, aunque se equivoque. La prueba de ello es que fui a las elecciones porque me lo pidió él.
Independientemente de todas las cosas que haya vivido con él, dejo un amigo para todo, porque podía haberse olvidado de mí, pero consideró que el trabajo que se había hecho en Segovia debía ser refrendado.
