Quizá para dar fe de por qué la Unión Europea sigue resultando del todo ajena a la gran mayoría de ciudadanos, el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y los presidentes del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy, y de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, alternaron ayer los fastos grandilocuentes con reiteradas llamadas a la necesidad de trabajar con firmeza para «sobrevivir» a la omnipresente crisis económica.
Dentro del programa protocolario que marca la inauguración del semestre de Presidencia española, los tres dirigentes mantuvieron por la mañana una reunión de trabajo a la que siguió una rueda de prensa conjunta, prolegómeno a su vez de una gala presidida por los Reyes que tuvo lugar en el madrileño Teatro Real.
Como conclusión a lo abordado en tales citas, Van Rompuyos proclamó la necesidad, «ahora y en el futuro, de un mayor crecimiento económico para preservar el modo de vida europeo. Es una cuestión de supervivencia y vamos a tener éxito».
Zapatero, que también compartió la obsesión del belga por luchar «contra el cambio climático», prefirió dedicarse al autobombo y, tras asegurar que trabajará para lograr una Europa con más políticas compartidas y con más nivel de «exigencia», reivindicó la capacidad de España para guiar al continente en este empeño, algo de lo que dudan no pocos analistas, especialmente anglosajones.
«Si los europeos nos unimos más, conseguiremos más», añadió el socialista como prolegómeno a remarcar la importancia de aprovechar la «gran sinergia» que representan los 27 países, sus 500 millones de ciudadanos y sus miles de empresas y universidades.
Por lo que respecta a la política exterior, el inquilino de Moncloa dejó claro que, casi antes de empezar, las renuncias primarán sobre los logros y, en presencia del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, explicó que cambiar la política de la UE con Cuba «no es una prioridad» que esté en la agenda.
Pese a tan escasos resultados, lo cierto es que la primera comparecencia pública de Zapatero, Van Rompuy y Barroso tenía la pretensión de ser un primer paso en esta nueva etapa de más coordinación continental, especialmente en el área económica, principal objetivo del mandato español.
En tal creencia, las tres presidencias han acordado seguir trabajando hasta el 11 de febrero, cuando se celebrará la cumbre informal que Van Rompuy ha convocado para comenzar definir los pilares del nuevo modelo de crecimiento de la UE, conocido como Estrategia 2020.
Entre tanto, el jefe estable del Consejo Europeo hizo un llamamiento a los líderes continentales, a los Gobiernos nacionales y regionales y a toda la ciudadanía para que participen en esta tarea. «Tiene que ser un esfuerzo colectivo», declaró Van Rompuy, quien sostuvo que el nuevo modelo económico deberá estar aprobado antes de que termine este primer semestre durante el cual Madrid ejercerá como teórico líder de los Veintisiete, aunque no quiso concretar si sus propuestas incluirán medidas vinculantes y sanciones para los países que no cumplan las metas marcadas, como defendió Zapatero la víspera durante un encuentro con corresponsables extranjeros.
En todo caso, belga y español convinieron en la obligación de «avanzar en la unidad económica» para garantizar la prosperidad y el bienestar de Europa, para lo que abogaron por conseguir una Comisión Europea -órgano equivalente al Gobierno de la Unión- «más fuerte, con más poderes, con más políticas comunes y con más capacidad de exigencia». «Una gobernanza que nos exija más», apostilló el líder español.
A juicio de Zapatero, el modelo que caduca este año y con el que la UE pretendía convertirse en la economía más competitiva del mundo -la llamada Agenda de Lisboa, instaurada en 2000- no ha cumplido los objetivos, porque no planteaba mecanismos que comprometieran a los Estados.
Por último, Barroso se limitó a compartir las ideas de sus compañeros de comparecencia, con quienes se comprometió a trabajar «codo con codo y con ambición». «No nos podemos permitir lujo de seguir como hasta ahora. Es un momento esencial», proclamó.
Tras aportar tales explicaciones a los medios de comunicación, la terna de dirigentes se dirigió al Teatro Real, donde Zapatero recogió de manos del ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt, el testigo de la Presidencia.
Delante de los Reyes y los Príncipes de Asturias, el jefe del Ejecutivo elevó si cabe su tono de euforia voluntarista para manifestar que España dará «lo mejor de sí misma» durante este semestre. Las palabras del socialista dieron paso a las actuaciones de la bailaora flamenca María Pagés, la bailarina Tamara Rojo y el Coro Nacional de España, todo ello en un ambiente que podría ser descrito como tipical spanish.
