La calle Jerónimo de Aliaga, en el barrio de San Lorenzo, se inauguró hoy hace exactamente un mes. Y ese período de tiempo es suficiente para hacer un repaso sobre el estado de la misma y sobre qué opinan sus vecinos.
La calle se hizo con el propósito de hacer más fluido el tráfico en el barrio segoviano, como un nuevo vial que conecta Vía Roma con la calle Cardenal Zúñiga. Además está previsto un proyecto para la calle Echarpiedra, de manera que se cierre una pequeña circunvalación entre ambas calles, Los Molinos y el puente de San Lorenzo.
La teoría está clara y los proyectos municipales se pusieron sobre la mesa en su momento, pero son los vecinos quienes la están transitando y son ellos quienes han encontrado varios problemas. El primero, la importante pendiente que, en palabras de Daniel de la Calle, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, es “exagerada. Tiene una inclinación de un 10 o un 11por ciento”. En su mayoría los vecinos señalan ésta como el principal problema y lo hacen también de cara al invierno: “Cuando llueva, nieve o hiele, el inicio de la pendiente puede causar problemas a los coches y resultar peligroso”, señala una vecina. Sin embargo, el concejal de Urbanismo, Vivienda, Obras y Servicios, José Llorente, no lo ve así: “Tanta pendiente hace que los usuarios tomen, seguro, más precaución”.
Otro problema que destacan es la señalización en general y el paso de cebra que inicia la bajada, en particular. “Hemos planteado al Ayuntamiento que ponga más vallas para que la gente no cruce por el semáforo y baje ocho metros para cruzar por donde debe, es decir, por el paso de cebra. Es por su seguridad”, asegura el presidente de la Asociación de Vecinos. Las obras duraron más de dos meses y, como todas, ocasionaron trastornos a los vecinos, principalmente a los de la calle del Pozo, que son lo más cercanos. Aún así, si en algo coinciden todos es en que era una calle muy necesaria.
Descongestionar el tráfico en la calle Santa Catalina y en Los Vargas y, principalmente, en la Plaza del barrio, ha sido lo más beneficioso. “Los vecinos de la calle Santa Catalina son quienes más lo han notado. En general, podría decirse que el porcentaje de desahogo está siendo importante, en torno al 60 o 70 por ciento”, aclara Daniel de la Calle. Está claro que aún quedan flecos sueltos, por ello, ayer representantes de la Asociación de Vecinos del barrio se reunieron con el alcalde, Pedro Arahuetes, y la concejala de Tráfico y Policía, Ana Sanjosé. En el encuentro se trataron temas como la necesidad de instalar una banda de rodadura para limitar la velocidad. Asimismo, el alcalde se comprometió a realizar un plan de estudio de reordenación del tráfico que aborde si la calle Echarpiedra puede ser de uno o dos sentidos. Se trata de una obra nueva y, como tal, todos esperaban que saliera bien y no hubiera problemas a posteriori. “Tenemos cierto mal sabor de boca porque hay problemas que tienen que resolverse aún. Está claro que ha sido complicado para el Ayuntamiento por la falta de presupuesto”, explica de la Calle.
Dentro del proyecto, según explicó el concejal de urbanismo, todavía falta por terminar el arbolado, que se hará en octubre, realizar ciertos remates en las fincas y completar la calle del Pozo, como complemento a la calle principal, Jerónimo de Aliaga.
LAS FRASES:
Eva (vecina del barrio)
«Era necesario urbanizar esta calle porque desde hace años era considerada ‘de segunda categoría’ y los vecinos que residen en la misma también pagan sus impuestos y tienen derecho a poder transitar por ella como si fuera otra calle importante más del barrio».
