El fuerte chaparrón que descargó sobre Palazuelos de Eresma la noche del viernes y la lluvia intermitente que siguió cayendo en la jornada del sábado hicieron que los vecinos fueran acumulando ganas y más ganas de divertirse al aire libre hasta la llegada del día grande de las fiestas en honor a San Antonio de Padua.
El santo universal, que entre poderes atribuidos tiene el de proteger contra los naufragios, actuó y cumplió. Casi al límite de la media noche del sábado al domingo, la lluvia cesó y la temperatura se templó permitiendo que los vecinos salieran de sus casas y de las peñas y se reunieran en la Plaza del Chorrillo para disfrutar con el espectáculo de la orquesta Pikante y otras propuestas gastronómicas y musicales que se sucedieron en la madrugada.
El domingo, fiesta de San Antonio, la dulzaina y el tamboril animó desde primera hora el ambiente en las calles y convocó a los devotos junto a la ermita para celebrar en el parque una misa, seguida de la procesión con la imagen del santo por las calles del pueblo. De regreso, a las puertas del templo comenzó la subasta por las “mandas” para meter al santo en la ermita y después dentro para subirle al altar y finalmente al trono. “Este año la subasta ha sido más floja” comentaron los fieles, entre los que se encontraban hijos del pueblo residentes en otras provincias.
Casi de forma paralela, el bar restaurante El Chorrillo obsequiaba a los vecinos con más de 400 raciones de sabrosos judiones, elaborados con panceta, oreja, chorizo… Y a pocos metros, casi formando un circuito de degustaciones gastronómicas, la peña Los Escoceses, con la colaboración de Floristería Osiria, ofrecía un vermut solidario que incluía un buen plato de paella. En este caso, las donaciones de los comensales se destinaron a la Asociación Parkinson de Segovia, cuyo presidente Jesús Mazariegos compartió la mañana con los concienciados peñistas de Palazuelos de Eresma que desde hace diez años mantienen iniciativas similares.