La madrugada del 22 de septiembre, en Santoña (Cantabria), una bomba de ETA se llevó para siempre al brigada Luis Conde, segoviano de 46 años, casado y padre de un hijo, pero también cambió para siempre la vida de su esposa, Lourdes Rodao, que vivió el atentado en primera persona y que, 18 meses después, sigue luchando por cicatrizar sus heridas psicológicas, las más difíciles de cerrar.
Entre las muchas actividades que ha emprendido en los últimos meses, con la ayuda de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Lourdes se ha embarcado en la organización de una carrera popular (“tendrá una doble vertiente, carrera y marcha, para que esté al alcance de todo el que quiera participar”, matiza) que recuerde y rinda homenaje a su esposo y que tendrá como escenario algunos de sus lugares preferidos, que fueron también los de su marido.
Ella lo tiene ya todo pensado. La fecha, primeros de junio, coinciendo con el cumpleaños de su esposo; la salida, desde el Acueducto; el recorrido, de unos seis kilómetros, pasando por el barrio de San Lorenzo, en el que reside, y por la Alameda del Parral, donde suele ir a correr habitualmente; incluso tiene claro quién le gustaría que diera la salida y que, al terminar, quiere organizar “algo en la Fuencisla, juegos para los niños, o aunque sea comer un bocata, porque mi idea es que venga gente de fuera”.
Entre esa gente, numerosas víctimas del terrorismo con las que Lourdes, a través de la AVT ha compartido en los últimos meses encuentros, congresos y actos de homenaje, como en el que intervino hace unos meses en Vitoria, con unas palabras sencillas, pero con las que emocionó a todo un auditorio.
Entre esas personas a las que ha conocido, Irene Villa y su madre, con las que coincidió en un reciente congreso en Salamanca y que para ella, se le nota al hablar, se han convertido en un ejemplo de cómo se puede volver a vivir, e incluso a reír, después de un atentado. “Para mí aún no es el momento, pero me gustaría llegar a ser como Irene Villa, que siempre se está riendo”, confiesa.
De momento, Lourdes está volviendo a encauzar una vida que se salió de los raíles en aquella madrugada de septiembre. Ella, que era una mujer muy activa, y que siempre ha tenido “mucho carácter, me gusta mandar”, supo lo que era no poder levantarse de la cama, depender de las pastillas para dormir y para levantarse… “lo que no me había pasado en mi vida”.
La AVT, explica, la ha ayudado, “para empezar con todo el tema de los papeles, que es muy complicado, y luego proporcionándome un profesional especializado en estos temas”, con el que lleva un tiempo en tratamiento. Pero se nota que, además, ha sido un acicate para volver a estar activa. “Ahora hago deporte, leo muchísimo, he retomado los bailes de salón, he empezado Psicología en la UNED…”, y ya piensa en colaborar con la AVT, por ejemplo impartiendo talleres de manualidades. “Tengo 45 años y no me puedo quedar en casa; tengo que encontrar mi sitio y he visto que lo que me llena es la gente”. De momento, si consigue los apoyos necesarios, seguro que muchos la acompañarán en esa carrera en homenaje a Luis Conde.