Tras el terremoto, llegan las críticas. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se defendió ayer de los reproches a la gestión de su Gobierno ante la emergencia originada por el seísmo del pasado sábado, mientras nuevas réplicas causaron pánico en Concepción ante la posibilidad de un tsunami.
«Somos todos generales después de la guerra», argumentó la mandataria al ser preguntada sobre la supuesta ineptitud con la que ha actuado ante la catástrofe, que ha ocasionado unos 800 muertos y dos millones de afectados.
Ante las dos fuertes réplicas registradas ayer, Bachelet aconsejó «huir a los cerros» a los habitantes de localidades costeras que fueron arrasadas por el tsunami que siguió al terremoto del sábado.
Su consejo se hizo realidad poco después cuando numerosos habitantes de Concepción y el vecino puerto de Talcahuano comenzaron a correr hacia sectores altos, alertados por los bomberos sobre un eventual maremoto tras un seísmo de 5,9 grados en la escala de Richter que sacudió la zona.
El epicentro, según el Servicio Geológico de EEUU, se localizó bajo el mar a 53 kilómetros al noroeste de Concepción, una de las ciudades más afectadas por el temblor del sábado. Algunos encargados de entregar de ayuda y del orden también huyeron, aunque media hora más tarde la situación se calmó cuando oficialmente se desechó la posibilidad de un tsunami.
En Santiago, la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) informó de que el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa) había descartado un maremoto. La descoordinación entre ambos organismos impidió el sábado pasado que la población de varias localidades costeras y del archipiélago Juan Fernández, a 600 kilómetros del litoral, se enteraran del peligro hasta que ya fue demasiado tarde.
Numerosos muertos y desaparecidos y una gran destrucción material fue el resultado de una falta de entendimiento que ha derivado en polémica entre ambos entes, que Bachelet atribuyó a los problemas de comunicación propios de una tragedia tan grande.
Entretanto, los vecinos de varios barrios de la ciudad de Concepción, una de las más dañadas por el terremoto, pudieron ayer respirar tranquilos porque, casi cinco días después de la catástrofe, «por fin» llegó la ayuda.
Funcionarios de la Municipalidad de Concepción recorrieron puerta por puerta varias viviendas para entregar una bolsa con productos básicos a cada familia de la zona, afectada hace algunos días por saqueos de supermercados y otros comercios y sometida actualmente a un estricto toque de queda nocturno. Los vecinos, al tener de nuevo en sus manos aceite, azúcar, harina, arroz o leche en polvo, comentaban aliviados: «Por fin, gracias a Dios».
