Los países más poderosos del planeta se autoimpusieron ayer la complicada tarea de combatir el hambre en el mundo. Para ello, los Estados participantes en la cumbre del G-8 comprometieron un total de 20.000 millones de dólares, 5.000 millones más de lo esperado, a lo largo de los próximos tres años para desarrollar una estrategia centrada fundamentalmente en el desarrollo de la agricultura, el fomento del empleo y la consecución de reformas políticas. En el caso de España, que ya había comprometido 1.000 millones de euros en cinco años, anunció otros 500 millones más destinados a la nutrición infantil.
En una declaración conjunta, las naciones presentes en la reunión sobre seguridad alimentaria celebrada en el marco de la cumbre del G-8 que ayer se clausuró en la ciudad italiana de L’Aquila, se mostraron de acuerdo en «actuar con la urgencia necesaria para alcanzar una situación sostenible».
A tenor de las cifras de Naciones Unidas, el número de malnutridos ha crecido durante los dos últimos años. De hecho, el presente ejercicio ya ha superado los 1.000 millones y puede que llegue a 1.200, invirtiendo la tendencia de declive de las últimas cuatro décadas.
Los jefes de Estado y de Gobierno y las organizaciones internacionales reunidos en Italia subrayaron que «la nutrición y una agricultura sostenible deben ser un asunto de prioridad en la agenda política». Este enfoque incluye, según la declaración, una mayor productividad agrícola, el estímulo de los cultivos, el énfasis en el desarrollo del sector privado, los minifundios, las mujeres y las familias, así como la preservación de las reservas naturales, el fomento del empleo y las oportunidades de trabajo decente y el conocimiento, y el incremento de los flujos comerciales, además de apoyar la buena gestión y las reformas políticas.
Para el presidente de EEUU, la cuestión de la seguridad alimentaria es de máxima importancia para todos los países del mundo, pero las naciones ricas tienen la obligación moral de ayudar a las más pobres. Barack Obama dijo que se basó en la experiencia personal de su familia durante las negociaciones de ayer, refiriéndose a sus orígenes africanos, pues su clan paterno vive en Kenia. Estados Unidos donará 3.500 millones de dólares al programa aprobado por el G-8.
La segunda mayor contribución es de Japón, con 3.000 millones, mientras que la UE destinará 1.000 millones al año hasta 2011. Francia donará 2.000 millones y el Reino Unido, 1.800. Por último, Canadá, España e Italia aportarán 520, 500 y 450 millones, respectivamente.
El presidente Zapatero insistió en que la lucha contra el hambre y la ayuda al desarrollo será una de las prioridades principales de la próxima Presidencia española de la UE, que empezará a partir del próximo enero.
El Gobierno destinará 500 millones de euros para reforzar programas de nutrición infantil en los países menos desarrollados, lo que se une al compromiso de 1.000 millones en los próximos cinco años a proyectos para fomentar la agricultura y la seguridad alimentaria.
