El presidente colombiano, Álvaro Uribe, llegó ayer a Montevideo en su penúltima etapa de su gira relámpago por varios países latinoamericanos, dirigida a explicar el polémico acuerdo de defensa que Bogotá negocia con Washington y que ha agudizado la tensión política en Latinoamérica.
Uribe se reunió con su homólogo uruguayo, Tabaré Vázquez, para detallarle el pacto que Colombia estudia firmar con Estados Unidos y que contempla el despliegue de tropas norteamericanas en siete bases militares en territorio colombiano.
Aunque el Gobierno de Bogotá alega que este convenio tiene como principal objetivo la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, el proyecto ha levantado severas críticas en la región, las más agrias, las del presidente venezolano, Hugo Chávez. «Este puede ser el primer paso hacia una guerra en la región, porque Estados Unidos es la nación más agresora del mundo», argumentó el mandatario bolivariano.
Tanto el Ejecutivo colombiano como el estadounidense niegan que el acuerdo que está en la mesa de negociaciones sea una amenaza para la estabilidad de determinados países o de la región en su conjunto, como afirma Chávez.
El presidente Uribe arribó en la madrugada de ayer al aeródromo de la ciudad balneario de Punta del Este, a unos 150 kilómetros de Montevideo, donde tuvo que aterrizar su avión debido a que la densa niebla desaconsejó hacerlo en el aeropuerto internacional de Carrasco, en las afueras de la capital uruguaya. El político conservador llegó procedente de Paraguay, donde se reunió el miércoles con el presidente Fernando Lugo.
También ese día tuvo sendos encuentros con las dirigentes de Argentina, Cristina Fernández, y de Chile, Michelle Bachelet, mientras que el martes, en el comienzo de esta gira relámpago, pudo explicar ese plan de seguridad en Perú y Bolivia, a los presidentes de estos dos países, Alan García y Evo Morales, respectivamente.
Su última etapa del viaje será Brasil, a donde partió ayer mismo para encontrarse con el mandatario de ese país, Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasilia.
Sobre el acuerdo militar con EEUU, el Gobierno peruano es por ahora el que más comprensión ha mostrado con el plan, que ha sido rechazado en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, mientras Brasil y Chile han comunicado su preocupación. En Argentina, portavoces del Gobierno señalaron que Cristina Fernández le manifestó a Uribe que había que «bajar el conflicto en la región» y que «la instalación de las bases no colaboraban con este objetivo».
La noche del miércoles, el canciller paraguayo, Héctor Lacognata, dijo que si bien su nación no ha sentado una postura oficial, respeta «las decisiones que son autónomas y soberanas de cada país».
En cuanto a Uruguay, aunque el presidente Vázquez no ha emitido un juicio al respecto, si lo hizo en cambio el candidato del gobernante Frente Amplio a las elecciones nacionales de octubre próximo, José Mujica. El senador y ex dirigente guerrillero tupamaro dijo el miércoles en Brasilia, donde ayer se reunió con Lula, que las bases estadounidenses son «un invitado de piedra» en la región. «Cada vez que se establecen en América Latina es para complicarnos la vida», aseguró Mujica.
Y mientras Bogotá se acerca a Washington, Chávez anunció que en septiembre próximo firmará en Rusia «un acuerdo importante de armamento, para incrementar nuestra capacidad militar operativa». El mandatario populista reveló que puso al tanto a Putin «de la amenaza» que, dijo, representa para Venezuela y para otras naciones suramericanas «el tema de las siete bases» militares, «y quizás sean más», que Colombia cederá a los soldados de Estados Unidos.
«Es una tragedia, pero no para llorarla, sino para cargarla como la cruz de Cristo y con gran amor convertirla en felicidad futura para nuestro pueblo», añadió Chávez. «Gracias Dios, le dije a Putin. ¡Cuánto te agradezco, porque si no fuera por Rusia estaríamos casi desarmados!».
