La antigua capital de los Habsburgo, Viena, es a partir de hoy escenario de las conversaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, previas a una quinta ronda de negociaciones sobre el futuro del Sáhara Occidental, bajo el auspicio de la ONU. Con las posiciones de ambos bandos enquistadas, la única novedad es la postura más cauta de la nueva Administración estadounidense ante un conflicto que obstaculiza el desarrollo institucional en el Magreb desde hace más de tres décadas.
El presidente Barack Obama habría ordenado retirar el apoyo que hasta ahora prestaba Washington al plan de autonomía, presentado por Marruecos como solución al contencioso, defendido por el antecesor del demócrata, George W. Bush. «Estados Unidos ya no respalda ni apoya el plan de autonomía marroquí (…). En cambio, la Administración ha regresado a la postura pre-Bush sobre la posibilidad de un Estado independiente del Polisario en el Sáhara Occidental», indicaban a principios de julio fuentes diplomáticas norteamericanas.
También el presidente del Subcomité de la Cámara de Representantes estadounidense para Africa y la Salud Global, el demócrata Donald Payne, defendió hace algunas semanas el «derecho de autodeterminación» de los saharauis y se mostró convencido de que se producirá un cambio en la política de Estados Unidos respecto a esta cuestión.
Payne reconoció que todos los países africanos reclaman la atención de Washington y que el problema del Sáhara «no se encuentra entre las prioridades», pero destacó que la cuestión ya ha sido abordada por el Congreso en una carta remitida a Obama y firmada por más de 30 congresistas en la que le solicitan una solución para el Sáhara basada en «el respeto a la libertad y los Derechos Humanos» de los saharauis. En esa carta, los congresistas defienden el «derecho a la autodeterminación» de este pueblo. «Negárselo es incoherente con los valores y principios» de Estados Unidos, dijo Payne.
Sin embargo, también habrá que tener en cuenta el peso de la postura pro-marroquí, que esgrime el peligro de apoyar la formación de un nuevo estado en la región que podría servir de base para organizaciones terroristas como Al Qaeda. Esta posición se ha visto plasmada en otra carta, firmada por 229 miembros de la Cámara de Representantes -120 republicanos y 109 demócratas-, y remitida a Obama para que apoye el plan de autonomía de Marruecos.
Tanto el Gobierno de Rabat como el Frente Polisario, representante formal a nivel internacional del pueblo saharaui, han aceptado la invitación de Christopher Ross, enviado personal del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, para participar en esta ronda previa e informal, convocada para evitar un nuevo fracaso, como los cosechados en las cuatro rondas de negociaciones formales celebradas en la localidad neoyorquina de Manhasset.
Ross, nombrado enviado especial en enero de 2009, intentará evitar que Manhasset V se convierta en una repetición de las cuatro citas anteriores, cerradas sin apenas avances, para lo que tendrá que superar la postura marroquí, defendida recientemente por el rey marroquí, Mohamed VI, en un discurso pronunciado con motivo del décimo aniversario de su entronización.
El monarca alauí anunció la próxima creación de la Comisión Consultiva para la Regionalización, a la que ya se refirió el pasado noviembre, para descentralizar el poder en el país magrebí, un proceso para el cual pidió una «reflexión detenida» en el caso de las «provincias del sur», denominación oficial del territorio del Sáhara Occidental.
