“Ya es noche cerrada y afuera hace una temperatura de doce grados bajo cero. Regresé de un pueblo situado a 3.400 metros de altitud, donde descansé y me oxigené, alimentándome bien e hidratándome y así volver con fuerzas al campo base del Everest, esperando el momento para comenzar la ascensión al techo del mundo
Todo apuntaba a que iniciaríamos la subida el domingo 10 de mayo, noche con luna llena y un día en el que esperábamos que hubiera buen tiempo. Pero las últimas previsiones meteorológicas no nos han sido para nada favorables. El temido ‘jet stream’ (corrientes de aire en chorro que se encuentran en la atmósfera, a una altura de alrededor de 11 kilómetros) nos visitará el sábado, con vientos de entre 60 y 70 nudos (alrededor de 120 kilómetros por hora) que nos hacen totalmente imposible ascender puesto que si ya de por sí las condiciones a 8.000 metros son muy complicadas, subir con ‘jet stream’ sería un suicidio, con temperaturas de entre 35 y 40 grados bajo cero con este viento de añadido. Así pues, aquí en el campo base nadie se ha movido, a la espera de recibamos noticias de la mejora del tiempo y podamos salir. Solo nos queda tirar de la famosa paciencia budista los españoles, estadounidenses, neozelandeses, suizos, coreanos ecuatorianos e italianos que nos encontramos aquí, a la espera. En total más de una veintena de montañeros.
Por culpa de este inconveniente de última hora cada vez se desvanece más la idea de intentar la acometida a la cumbre sin oxígeno, porque en estos casos el viento es el peor enemigo que te puedes encontrar.
Por eso, en momentos así es cuando hay que mantener la cabeza fría, concentrarse, alimentarse e hidratarse, ya que a esta altura te vas degradando. De todos modos, personalmente me encuentro muy bien y, en comparación con otras expediciones, he perdido menos peso. Estoy muy fuerte, y si por mi fuera, saldría esta misma noche a la ascensión.
Es una pena lo del tiempo, porque hace justo un mes, el 10 de abril, en esta zona hacía de cine, pero ahora la montaña está un poco rebelde. Sin ir más lejos, se han producido muchas avalanchas en los últimos días. La más fuerte ocurrió muy cerca de aquí, a menos de dos kilómetros de distancia del campamento base del Everest, hace muy poco. Para que los segovianos se hagan una idea de lo grande que fue, la avalancha arrastró una masa tan grande como la Plaza Mayor. Afortunadamente no hubo que lamentar ninguna víctima personal, pero causó muchos daños materiales, ya que rompió unas escaleras que construyeron los sherpas para facilitar la ascensión.
Esto es lo que hay. Ahora todos tenemos muchas ganas, pero estamos sufriendo la espera. A la espera de que los dioses nos abran una ventana y nos permitan empezar la ascensión. Ahora es cuestión de tiempo, nada más.
También quiero aprovechar para enviar un saludo a todos los lectores de EL ADELANTADO DE SEGOVIA, que siguen cada etapa de mi aventura en las páginas de este diario”.