“Vivo con los rabilargos. Mi casa está en el centro de su territorio”, afirma la geógrafa suiza Genoveva Tenthorey en el libro “Revalorización del rabilargo ibérico (Cyanopica cooki)”, recientemente publicado por Caja Segovia en su colección “Naturaleza y Medio Ambiente”.
Al poco de afincarse en el pueblo de Requijada (Santiuste de Pedraza), hace una década, esta ornitóloga aficionada contempló por vez primera un rabilargo. “Pensé que era un loro; no había visto nada igual en el resto de Europa”, dice. Se sintió cautivada por este elegante córvido de larga cola azul, píleo negro y tonos tostados, que suele ir “en chismosas pandillas de amigos”. Un suceso fortuito provocó que tuviera que “adoptar” un ejemplar, Mika, dando así comienzo su estudio de los rabilargos. Aunque recalca su deseo de intentar no interferir en la vida de los animales salvajes, lo cierto es que Tenthorey ha acabado salvando de una muerte segura a más rabilargos de Requijada, consiguiendo así numerosa información de este pájaro con extraña área de distribución, ya que únicamente vive en el este de Asia y la Península Ibérica.
Después de centenares de horas de observación, en casa y en el campo, Tenthorey conoce a la perfección las costumbres de este insectívoro que anida, habitualmente, en encinares, aunque en el norte de la provincia de Segovia también se puede encontrar en pinares. Una de las características más curiosas de la especie es su forma de cría, en cooperativa. “Una pareja es ayudada por otras para criar, y al año siguiente devuelve el favor”, resume. Fiel a su carácter solidario, los rabilargos no tienen inconveniente en adoptar pollos huérfanos. Además, la habilidad de los rabilargos para perseguir cualquier animal que pueda poner en peligro la vida de los suyos ha hecho que se conviertan en “protectores” de otras especies —mirlos, oropéndolas, ruiseñores o lavanderas— que intentan anidar cerca de ellos, en la creencia de que estarán más seguros.
A lo largo de diez años, Tenthorey ha realizado un exhaustivo censo de la que llama “población de Requijada”, integrada ahora por 168 rabilargos, descubriendo datos tan llamativos como que es una de una de los especies de pájaros más dormilona (“se levanta un cuarto de hora después que todo el mundo y, al atardecer, es el primero en acostarse”). Para vivir, necesita grandes espacios no contaminados, con comida, agua limpia y tranquilidad.
“El rabilargo es el delfín del encinar. Su vuelo ondulado y su elegancia al navegar en grupos en el mar del matorral nos alegra la vista. Su ejemplo de vida solidaria y su alegría de vivir nos abre un camino hacia el optimismo”, escribe Tenthorey.
Sobre su situación en la zona de Requijada, esta geógrafa se congratula porque está en fase de expansión, a diferencia de lo que ocurre en España, donde se halla “en ligera regresión”.
En cualquier caso, Tenthorey cita un reciente estudio elaborado por la Universidad de Durham que pronostica que el rabilargo será una de las especies que se extinguirán antes de acabar este siglo por el cambio climático, a consecuencia de la desaparición del bosque mediterráneo. Para Tenthorey, la futura evolución del rabilargo irá de la mano de la ganadería extensiva de ovejas y vacas, que juega un papel esencial en la buena salud del matorral de encinas. “Si dejamos perder esas áreas, el rabilargo tendrá más difícil su pervivencia”, alerta, a modo de conclusión, la geógrafa.
