La central nuclear de Santa María de Garoña se localiza en el Valle de Tobalina, en la provincia de Burgos. Su construcción se realizó junto a un meandro del Ebro, lo que permite a la planta tomar agua para la refrigeración. Una localización «que ha contribuido y contribuye a un mayor desarrollo y dinamismo en su zona de influencia y en la provincia de Burgos», según un informe hecho público en mayo de 2008, elaborado por un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Burgos (UBU).
Desde la segunda mitad de los años 80, la empresa Nuclenor -propietaria de la planta- lleva a cabo en la central el denominado Plan de Gestión de la vida útil de la instalación, basado en una gestión integrada de las actividades de mantenimiento, inspección en servicio e ingeniería. Sin embargo, en 2009 hubo algunos incidentes de los que se informó al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El último fallo ocurrió el pasado 9 de mayo y se solucionó el día 11, tras detectarse la existencia de un defecto incipiente en una varilla de un elemento combustible, lo que originó un ligero incremento en la actividad del refrigerante.
El 17 de agosto de 1963 Nuclenor obtuvo la autorización para la construcción de la primera central nuclear en España. Bajo la denominación Bilbao-Ebro, iba a constar en un principio de dos grupos de 250.000 kilovatios, cuyo proyecto se había presentado ya en 1958 en la Delegación de Industria de Burgos. Siete años después, en 1965, fue seleccionado el proyecto de General Electric, lo que suponía la construcción de la mayor central nuclear de su clase.
Las obras comenzaron en septiembre de 1966 y se prolongaron hasta noviembre de 1970. Un faraónico proceso de construcción que implicó el mayor dispositivo de transporte pesado puesto en marcha hasta el momento. Y es que hubo que trasladar la vasija del reactor desde Bilbao hasta el burgalés Valle de Tobalina.
Meses después, concretamente el 2 de marzo de 1971, Garoña se acopló al sistema eléctrico nacional, y logró la plena potencia 27 días después, con un total de 460.000 kilovatios eléctricos brutos, que corresponden a 1.381.000 kilovatios térmicos, la mayor instalada hasta ese momento en el continente europeo.
Tras 38 años, la vida de esta central está en juego, después de que el CSN diese el pasado viernes un informe positivo sobre su continuidad y a la espera de que el Gobierno decida si debe cerrarse o no.
Juan Vicente Herrera / Presidente de la Junta: «Espero que el Gobierno tenga en cuenta el informe del CSN»
El presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, se mostró ayer esperanzado de que el Gobierno tenga en cuenta el informe del CSN y prorrogue la vida de la central de Santa María de Garoña. Así, subrayó que si hay que remitirse a la decisión del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) «el Gobierno le guste o le disguste, va a asumirlo y no va a introducir ningún elemento de equilibrio entre partes, poniendo una vela a Dios y otra al diablo».
Herrera indicó que «hubiera sido bueno que este asunto estuviera resuelto a estas alturas de curso», aunque reconoció que por el momento no dispone de una información «cierta y verídica» hasta hoy- momento en que se hará público oficialmente el informe del CSN.
Según el presidente del Gobierno regional, «la falta de definición de un calendario está determinando que estemos viviendo en la última semana muchos vaivenes acerca de cuál va a ser la dirección del Gobierno». Algo que, a su juicio, «no es bueno», puesto que «hay que acordarse de la incertidumbre de muchos trabajadores de la central nuclear».
