El estanquero de la calle de los Coches atracado en su negocio la mañana del miércoles denunció ayer “la desprotección” del pequeño comerciante ante sucesos de ese tipo. Con visibles muestras en la cara, el pecho y las muñecas de la brutal paliza recibida, y después de una noche en la que apenas pudo conciliar el sueño, Juan Domínguez pedía, en tono moderado pero de forma clara, “regular ya la inmigración”, al entender que “no es lógico que se permita la estancia de este tipo de gente en España”. Porque él tiene claro la procedencia de los delincuentes: “Hablaban castellano con acento de los países del este de Europa”.
A pesar del sufrimiento que sentía al rememorar lo sucedido, Domínguez explicaba que el atraco tuvo lugar “cuando iba a cerrar”, al filo de las 14 horas, en un momento en el que “la calle estaba tranquila, mortecina”. Dos hombres, a cara descubierta, accedieron al interior de su establecimiento, exigiéndole dinero. No recuerda si llevaban armas, ni siquiera cree que ahora fuera capaz de reconocerles. El caso es que en un instante le colocaron “unas bridas de plástico en las manos y otras en los pies”, para inmovilizarle, y uno de los asaltantes trianguló su brazo sobre el cuello de Domínguez, a modo de torniquete, apretándolo hasta el extremo de dejarlo sin respiración, al tiempo que le preguntaba sobre la ubicación de la caja fuerte.
“Me parece que perdí el conocimiento”, suponía ayer el estanquero. En cuanto consiguieron el dinero, los asaltantes abandonaron el comercio, dejando a Domínguez a su suerte. Consumada la huída, el propietario del estanco, aunque preso de pánico, pudo reaccionar. Con un cuchillo logró liberarse de la atadura de sus piernas y, ya de pie, salió corriendo del estanco, con las manos atadas, a pedir auxilio. Fue entonces cuando le vio una mujer, que dio la voz de alarma de lo sucedido, llegando al poco la Polícia Nacional.
“Sabía que antes o después me podía ocurrir. En Madrid ya hay muchos estancos que están blindados (…) Los autores suelen ser ex militares de países del este de Europa… Para ellos, esto es pan comido”, señalaba Domínguez que, tras el susto, ayer volvió a reabrir su negocio, recibiendo múltiples muestras de solidaridad de vecinos que habían conocido el suceso.
Por su parte, la subdelegada del Gobierno, María Teresa Rodrigo, aseguró ayer que la Policía Nacional mantiene abiertas varias líneas de investigación, que no quiso desvelar en aras de la resolución del suceso. “Casos de este tipo son excepcionales en Segovia —declaró Rodrigo—, y estoy convencida de que la Policía acabará capturando a los responsables”. Rodrigo recordó además que la Policía Nacional mantiene en Segovia “una intensa colaboración” con los comerciantes, vigilando, de forma especial, las zonas más frecuentadas por el público y los centros comerciales.